(🍄) Manos.

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Katsuki acunó el rostro de su novio entre sus manos, acariciando la suave piel con sus dedos pulgares llenos de crema para lo que quiere hacer con T/n

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Katsuki acunó el rostro de su novio entre sus manos, acariciando la suave piel con sus dedos pulgares llenos de crema para lo que quiere hacer con T/n.

Al rubio le encanta cuidar su piel, por lo que tiene tantos productos para rutinas que algunos ni siquiera probó todavía.

Por eso raptó a su novio para llevarlo a su propia habitación compartida y lo llenó de cremas, hidratantes, exfoliantes y mil cosas más de las que T/n no sabe el nombre.

La verdad es que el mayor no hace más que lavarse la cara con el mismo jabón que usa en la ducha, pero viendo a su novio tan emocionado no pudo negarse.

–Hay que esperar veinte minutos para que todo haga efecto, solo falta un hidratante más y listo– Katsuki se vió orgulloso por su trabajo, por lo que T/n no pudo refutar y correr al baño a lavarse esa extraña sensación pegajosa del borde de sus ojos.

Quiere decir, tuvo otras cosas pegajosas en su rostro, pero eso no cuenta.

Aunque la sensación de los suaves dedos de su rubio lo recompensan.

T/n tomó los dedos de Katsuki, entrelazando sus manos y besando sus nudillos con cuidado de no mover nada en su propio rostro para no enfadar a su rubio.

El rubio sonrió y se recostó en el pecho de su gran oso, bostezando segundos después.

T/n sonrió y llevó una manito de Katsuki a la altura de su rostro, mirando con atención.

Sus dedos son largos y delgados, sus uñas perfectamente recortadas y sin cutícula por culpa de T/n (aunque al inicio le dio miedo lastimarlo), sus nudillos un poco magullados de tanto usar la bolsa solo con vendas, sus palmas callosas y pálidas.

A T/n le encanta, tan rudo pero perfecto.

También se le hace demasiado tierno que cuando se sonroja de furia u otra cosa la punta de sus dedos, palmas, nudillos y muñecas se ponen rojizas.

Dejó un suave beso en el dorso de la pequeña mano en comparación con la suya escuchando los suaves ronquidos de su bebé.

Tal vez no le haría mal dormir quince minutos.

Aunque después se arrepentiría de cerrar los ojos cuando se despertó tres horas más tarde de lo planeado con su cara extra pegajosa.

Claro que Katsuki se le rió en la cara.

Claro que Katsuki se le rió en la cara

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