tres.

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—No, no ahora. -responde Izuku tomándolo del rostro. —Prefiero cuidar de ti esta noche. Quitarte la tristeza.

Katsuki todavía siente sus lágrimas cayendo, está hipnotizado ante los ojos esmeralda que significan el mundo entero para él.

—Abrazarte mientras duermes y dormir junto a ti. Lo que sea, pero contigo. -le confiesa, pasando sus manos a los hombros de este para atraerlo y poder envolverlo con sus brazos. —Quiero algo más íntimo que solo relaciones sexuales, Kacchan. Mi mayor deseo es mantenerme a tu lado.

—... Eres un nerd. -le dice el cenizo respondiendo el abrazo, las últimas lágrimas que salen de sus ojos son de alivio.

—Lo dice quien ganó el primer lugar las tres veces consecutivas en la institución para nerd. -bromea, haciendo reír al otro.

—¿Celoso porque no pudiste vencerme? -replica sin romper el abrazo.

—Tal vez un poco. -admite sonriendo también. Se separa sin soltarlo, quiere ver su rostro. —Pero siempre, incluso ahora, me he sentido muy orgulloso de ti.

Limpia los restos de lágrimas en las mejillas del cenizo, ambos habían crecido lo suficiente como para que sus ojos pudieran estar mirándose directamente. Katsuki recuerda cuando era más alto que Izuku, y también cuando dejó de serlo, para ahora volver a tener prácticamente la misma estatura.

—... ¡Por supuesto iba a lograrlo! Algo como eso eran pan comido para mí. -intenta disimular su sonrojo.

—Lo sé. -alza un poco su rostro para depositar un tierno beso en la frente de Bakugo.

La gente dice que hay cosas que nunca cambian. Para Izuku y para Katsuki era verdad. Hace años que no se veían; sin embargo, eso no significaba nada para ellos, quienes actuaron hasta un poco más cercanos de lo habitual.
El cenizo dijo que le prestaría de su ropa a el peli verde, de esta manera podía darse un baño ahí mismo sin tener que regresar a su apartamento. -Casi- inesperadamente, se dieron un baño juntos, cocinaron la cena juntos, comieron y platicaron de la vida sin mencionar cosas incómodas, vieron la televisión un rato y después se fueron a dormir; Izuku le abrazó tal y como había dicho que haría.

El de ojos rubíes, antes de cerrar sus ojos y quedarse dormido, tuvo el pensamiento de que esa es la vida que anhelaba tener.

Por la mañana, el primero en levantarse fue el peli verde. Su mano continuaba abrazando el cuerpo del cenizo. Estaba a punto de suspirar y pedirle a Dios el milagro de hacer ese momento eterno... Sí, claro, ya quisiera que eso se cumpliera.

Con cuidado de no despertar al otro, salió de la cama. No había traído su celular con él, pero Katsuki tenía un reloj digital encima del buró de la cama, ahí pudo comprobar Izuku la hora. Aún tenía algo de tiempo para arreglarse e irse a su trabajo.

Pasó primero a lavarse la cara, apreció como se veía la ropa del cenizo en él. Le gustaba la idea de compartir las cosas como pareja.

Aunque aún no eran nada.

Aclararían eso más tarde.

Salió del cuarto de baño y escuchó un ruido en la habitación de Katsuki, probablemente esté ya se había levantado. Recuerda con claridad los hábitos del otro, uno de ellos era despertar temprano, a pesar de lo mucho que le gusta dormir. Va a ir hacia él para despedirse correctamente; sin embargo, el sonido de alguien tocando el timbre en la puerta lo detiene. Su semblante cambia, mira de reojo a la puerta, casi molesto.

“¿Quién podría ser a estas horas?” duda.

Camina hacia la entrada, el timbre vuelve a sonar, abre la puerta y al mismo tiempo se escucha la puerta de la habitación siendo abierta.

Un hombre de barba y cabello largo es quién llamaba.

—Oh, Buenos días. -le saluda el desconocido con clara sorpresa.

—... Buenos días. -responde Izuku desconfiado. —¿Necesitaba algo?

—Sí, de hecho, ¿Se encuentra Katsuki?

“K A T S U K I”

—¿Quién lo busca? -pregunta mostrando su inconformidad.

—... Es obvio que yo. -le responde el hombre con desinterés.

—¿Y qué asuntos tiene con él?

—No creo que deba decírtelo. ¿Quién eres tú?

“Mierda. Es verdad, Kacchan y yo... Aún no somos nada.”

—¿Aizawa-san? -se escucha la voz de Katsuki detrás de Izuku, quién gira al instante a verlo.

—Hola, Katsuki-kun, me alegra ver que sí sigues viviendo aquí. -le dice, ignorando por completo la presencia del peli verde que está en medio de ambos, mirándolos desconcertado.

El cenizo le sonríe con amabilidad. Aun cuando no hace mucho estaba dormido, su rostro se ve igual de atractivo como siempre.

—Izuku. -llama con un tono algo bajo. —Hablemos más tarde. Tienes que ir a trabajar, ¿Cierto?

Pregunta, pero el nombrado sabe que es más una despedida. Su celoso corazón le dice que se quede, pero su parte responsable le obliga a irse. Asiente, para luego encarar al mayor de nuevo, hace una pequeña reverencia como último saludo, la cual es correspondida.
Cuando llega a su apartamento sigue con la sensación de que debería regresar, y eso quisiera, y eso hubiera hecho, si tan solo no le hubieran llamado a su celular del trabajo. Se apresuró a estar listo, no le dio tiempo ni de checar por última vez al cenizo.

Ya en su coche, estaba por arrancar cuando ve la figura del mayor bajando las escaleras de aquel lugar. Se alivia un poco de saber que ya se ha ido y no se ha quedado más tiempo con Katsuki, pero igual se tomó su tiempo con él, eso definitivamente no le agrada.
No tiene el número del cenizo para preguntar nada, tendrá que esperar a volver del trabajo para ello.

Los calzones rotos de Deku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora