PRÓLOGO

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13 de mayo del 2003

Los gritos se hacían cada vez más fuertes, el miedo crecía cada vez mas, su cuerpo temblaba y sus lágrimas parecían nunca tener fin pero, aún así, nunca dejó de abrazar a su pequeño hermano de tan sólo 5 años que también observaba aquella aterradora escena.

Dolía, dolía ver a papá y mamá pelear, dolía ver cómo se insultaban, dolía saber que la razón de tal cosa... había sido él; dolía ver cómo los policías se llevaban a papá una vez más, dolía... estar vivo.

— Hey... —sonrió aquella mujer— vengan conmigo, ¿de acuerdo?

Taehyung y SunHo permanecieron abrazados en aquella esquina sin quitarle la mirada a la policía de cuclillas frente a ellos.

— Todo estará bien, ¿les gustaría dar un paseo? —llevó su mano hasta ellos notando el sobresalto— no les haré daño... —musitó.

— No.

Fue lo único que salió de aquel aterrado niño que trataba de alejar a su hermano de aquella mujer. No confiaba en nadie.

La mujer suspiró tratando de pensar alguna manera adecuada de llevarlos con ellos pero, en cuanto se distrajo, aquellos dos salieron corriendo hasta la habitación cerrando con pasador.

Trataron de abrir pero, sabían que eso sólo les daba mucho más miedo así que, no tuvieron de otra que dejarlos ahí junto con su madre quien ya estaba mucho más tranquila luego de ser atendida por los paramédicos. Tal mujer estaba bien, no era nada más que algunos empujones y gritos entre ambos pero, los vecinos ya no toleraban absolutamente nada entre ellos. Era una pesadilla escucharlos, y parecía el infierno verlos.

Taehyung tomó a su pequeño hermano, lo recostó sobre aquella cama, lo abrazó y, segundos después, comenzó a tararear aquella canción de cuna que mamá le cantaba antes de dormir años atrás. Una canción que le traía paz y buenos recuerdos, una canción que le hacía sentir tranquilo y... protegido.

— Papá va a volver —murmuró con la mirada en las estrellas fluorescentes pegadas en el techo— ¿mamá... está molesta con nosotros?

— No... —susurró viendo las mismas estrellas— sólo conmigo.

— ¿Qué hiciste? —preguntó con timidez.

Taehyung se mantuvo en silencio. Sus ojos parecían ya no tener brillo, sus lágrimas se habían secado y la marca en su mejilla iba haciéndose morada cada vez más.

— Tomé un poco de dinero para comprar unos dulces —mintió.

SunHo inocentemente le creyó y, sin seguir con más preguntas, poco a poco fue cerrando sus ojos logrando relajarse al fin gracias a la melodía que su hermano le cantaba. Creía estar a salvo al fin, tanto que... por fin durmió.

Por otro lado, Taehyung seguía pensando en lo que había sucedido y es que, no tenía remordimiento alguno.

La sangre de aquel conejo había sido tan cálida. Tocar su interior fue muy placentero, pero, lo que más le había gustado era ver cómo éste luchaba y gritaba cuando aquellas filosas tijeras iban cortando sus tiernas orejitas, luego sus patas, y... su regordeta pancita.

Todo iba bien de no ser por la chismosa de la maestra.

Gritaba que qué le hacía a su conejo pero, ¿qué no podía comprar otro?, habían miles de ratas iguales a esa, ¿todas serían así por dentro?, ¿qué tal si cortaba ahora al hámster de la otra clase?, su pequeño cuerpo tendría cosas mucho más diferentes, ¿no?, además... ¿cómo se escucharían sus gritos?

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