Prólogo.

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Ese mórbido, espeluznante y ensordecedor ruido. Aquél, que produce la bala al atravesar un cráneo de lado a lado. Luego solo sangre. El mismo líquido color escarlata que fluye por nuestras venas, ahora esta regado por el suelo de nuestra habitación, bah la que ahora solo sería mía, donde en las siguientes noches me recostaría sola con un espacio frío a mi lado, que nadie podría llenar, aunque tampoco me ocuparía en llenarlo...

Frío... frío era lo que me recorría por el cuerpo, al saber que lo había hecho. ¡Por fin había juntado valor, y lo había hecho! No podía creerlo, con solo caer en la cuenta de lo que acaba de hacer, me causaba corrientes de frío por el cuerpo. Aniquilé, asesiné, maté, terminé con la vida de mi esposo, me repetía una y otra vez. "Asesiné a mi esposo".

A pesar de todo, sabía que no era atroz lo que hice, es más es injusto a comparación de los famosos 'trabajitos' que hacía. Los cuales, solo me tomaron 14 meses saber cada uno de sus oscuros secretos. Solo 14 meses, en los cuales, además, tuvimos una hija... Mi hermosa hija, que con solo mirarla se notan los rasgos parecidos a los de su bastardo padre. Pobre de mi niña, ser sangre de este ser asqueroso, que amargamente tengo que admitir que aún amo, lo cual aún no entiendo... ¿Cómo se puede amar a un ser despreciable? ¿Quién sería capaz de amar y odiar al mismo tiempo o de siquiera amar a este monstruo?

Los recuerdos pasan fugazmente por mi cabeza, en imágenes veloces, como flashes, mi padre, mi tortuoso casamiento, mi amiga, mi graduación, mi embarazo... De repente, me siento cansada, mis piernas tiemblan, mis brazos solo cuelgan a los lados de mi cuerpo, no reaccionan, ni sienten peso. Cada movimiento hace que mis músculos griten de dolor, no puedo moverme mucho, por lo que tengo que sentarme en la silla más cercana que encuentro. Los extremos de ésta son de un color beige, en cambio el respaldo y la base eran de un blanco que al mirarlo fijamente cegaba los ojos. Pero lo malo no es la silla, si no al lado de que cosa se encontraba.

Lo miré, tieso como nunca, sangre a su alrededor y boca abajo. De repente caigo en cuenta, lo mate estando el de espaldas, por eso pude, soy una cobarde no me animé a dispararle de frente.

Lágrimas de rencor, dolor, pena y amor recorren mis mejillas en picada hasta el suelo. No puedo más. Como odio haber caído tan rápido en sus encantos; odio saber que lo amo como a ninguno, aún sabiendo que es un monstruo; pero él es, fue y será mi único amor tóxico, enfermo y desquiciado que pude tener en toda mi jodida vida.

Limpio mis mejillas, decidida a no llorar más por el momento, porque por ahora solo quiero dormir un rato, o quizá un año, pero dormir. Decido arrastrarme con todas las fuerzas, que en mis músculos quedan, hasta mi lúgubre cama que ahora veo inmensa y cómoda. Al recostarme, ciento mis músculos relajarse. Miro hacia uno de los ventanales de la gran habitación, el cual me deja ver en una gran vista panorámica, este bello día, me tranquiliza. A veces pienso con qué necesidad vivíamos en una casa tan inmensa solo siendo nosotros 3, en si 4 porque su hermano se había mudado hace unas 3 semanas, aunque aún así esta casa era inmensa tranquilamente podían vivir 12 personas en ella. Pensar en todo esto me hace reír, no puedo creer que un momento así me largue a reír lo cual es señal que ya no tengo tensiones, necesito dormir, pero no quiero dormir sola, no aquí, no con él en el suelo.

Quisiera que mi bebé este aquí. Sé que no hubiera sido capaz de haberlo hecho si ella estaba en la casa, pero la necesitaba, ahora quería abrazarla, era lo único más cercano a el que me quedaba. Lo más parecido.

Quiero abrazarla a ella, dormir y también pensar...pensar, recordar volver a aquel día, el cual mi vida cambiaría, donde todo comenzó a irse al demonio, donde desgraciada o afortunadamente lo conocí...

Psicótico AfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora