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Suspiró, es inútil, ¿no? Terminó de pegar todos los pósters con el rostro del angelito ilustrado en un lindo boceto con un estilo realista con la intención de que se parezca a él en la realidad lo mucho más posible. Desea encontrarlo porque sospecha que él tiene el mapa hacia el camino de la felicidad.
Miró con tristeza el póster, quizá preguntándose; ¿Por qué? No puede permitirse felicidad, porque la sangre de sus amigos fue el rojo que alguna vez decoró sus manos y es eso lo que hoy en día se toma el tiempo libre de atormentarlo. Su situación económica no es la mejor para garantizarse a sí mismo una mejora terapéutica.
Y vivía solo...
Sólo, porque incluso su propia madre hubiera querido el aborto, él debería estar muerto.
Quizá, él es un error del planeta y este mismo desea eliminarlo a base de tragedias dolorosas para que de una vez se extinga.
Su respiración se desestabilizo, y lágrimas se deslizaron por sus mejillas. ¿Qué es esto? ¿Por qué duele tanto?
¿P o r q u é é l?
El teléfono de su bolsillo vibró por un momento.
1 2 3 segundos. ¡Es una llamada telefónica! Con rapidez hurgó en su bolsillo y de ahí sacó el aparato, saliendo audazmente de sus «pensamientos felices».
—«Hey. ¿H-hola? »—se escuchó una desconcertada voz femenina al otro lado de la línea telefónica.
El pecoso reaccionó. Se limpió con rapidez una de las lágrimas. Inhaló. Exhaló.
—Hola. —dijo en respuesta, no hubiera querido que ocurriera de manera temblorosa pero así se sintió.
—«Tengo información sobre el desaparecido». —la voz también de ella se tornó así de temblorosa igual a la del pecoso.
