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El pecoso es inconsciente. Sangre vive en su mente. Recordando el lugar miserablemente. Tiene el sitio presente. Hundiéndose en el mar de densa sangre de inocentes.
Devastado está... Y esa imagen mil vueltas le da.
Estancado en el veneno. Admite que está enfermo. Le duele el corazón y morirse sería un premio. Todo esto sería más fácil... Si no hubiera conocido al cruel alienígena.
Maté, maté, maté, cuatro letras retumbaban en el traumatizado pecoso. Maté, maté, maté, sin poder créerselo quería ahogarse el bermejo. Maté, maté, maté, su cuerpo se sumergió en la sangre y el sueño.
Sólo para su mirada encontrar A un vacío y bello ángel en el lugar Segunda vez ahí en su hogar
El ángel le pareció conocido. Y sin embargo también cree estar perdido.
«Te he extrañado ». Admitió el angelito mientras miraba al pecoso con ese semblante tan neutro que otra vez era inquietante.
«Yo también ». Fue la respuesta del intoxicado rollo de canela.
