Cap. 5

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Al cabo de las horas sentí pasos en la recamara, para entonces ya me había dado cuenta que no habían sido solo los tragos, mi cuerpo se había relajado totalmente, es decir, no podía moverme en realidad (muy probablemente habían puesto algo en mi bebida), cuando entre abrí mis ojos todo me daba vueltas, parecía una mejor decisión seguir dormida, decisión la cual en ocasiones me ganaba, más mi sentido de alerta estaba al máximo, veía a los que supongo que eran todos los hombres que estaban antes reunidos en la cochera ahora en la recamara, al inicio todos viéndome ahí acostada en la cama mientras ellos se encontraban al rededor de la cama estando de pie.

Entre pestañeos logré ver como sacaban sus miembros maduros y peludos, algunos más grandes que otros, sinceramente no recuerdo bien. Yo me encontraba en un transe en el que no sabía muy bien lo que era bueno o malo, mi prioridad era dejar de sentir ese dolor de cabeza que parecía como si mi corazón se hubiera subido a mi cabeza sintiendo los latidos en mi cien.

Dos de los hombres más próximos a mi se acercaron para retirar la hoddie completamente de mi cuerpo, un cuerpo escuálido que no ofrecía resistencia ya que no podía ofrecerla. Mientras lo hacían, los demás se masturbaban viéndome e imagino pensando en lo que me harían después.

Poco a poco y después de retirarme la hoddie se fueron acercando más y más hombres a mi cuerpo, sentía primero muchas manos acariciando desde mis pies hasta mi carita adormilada, apretando mis tetas, masajeando mis labios vaginales nuevamente por encima de mi short de Licra, que permitía sentir mi cuerpo como si no tuviera nada, ya que precisamente no era muy gruesa la tela y yo no contaba con nada debajo de la ropa ya mencionada.

Después unas manos levantaron mi Top deportivo mientras otras dos manos se encargaron de sacar mis tetas de él, dejándolas al descubierto, cuando esto ocurrió, comenzó una batalla en la que yo era el premio para esos aproximadamente 8 hombres mayores sedientos de sexo.

Así que sentía como me jalonaban de un extremo de la cama para el otro, como me volteaban boca abajo para después voltearme boca arriba nuevamente. Recibí nalgadas fuertes, golpes en mi abdomen y cara, cachetadas, manotazos en mis tetas las cuales sólo se movían de un lado a otro por los jalones.
Cuando el jaloneo paró, quede profundamente dormida nuevamente.

Confiar es un errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora