Cap. 9

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Los días siguientes me la pase deprimida, pensando en todo lo que había ocurrido, y hasta en lo que no. No podía creer que aún con lo que habían hecho habían tenido el descaro de grabar una parte de lo que me hicieron con mi celular, no dejaba de ver ese video pues no lograba creer todo lo que le habían hecho a mi pequeño cuerpo.

Me sentía sucia, usada, sin valor, vacía, sin un futuro por delante. Le veía poco sentido a la vida después de ahí, lo único que me motivaba era mi hermanita.
Pasaron quizá semanas y un día por la tarde envié a mi hermana jazmín por tortillas a la tienda de la esquina pues a mi me daba pavor pasar por la casa de Tomas, al poco tiempo que tardo salí a ver donde estaba, y no la veía.

Comencé a caminar hacia la tienda para buscarla, al pasar por la casa de Tomas estaba con él sentada en sus piernas y él le había dado un dulce.
-¿Que carajos te sucede? Le dije, mientras tomaba a mi hermana de la mano y la levantaba de ahí.

Sin contestarme, se quedó mirándome con una sonrisa muy estupida en su cara.
Tome a Jazmín y me dispuse a volver a mi casa.
-Estás noche te mensajeare, tenemos cosas que conversar. Me dijo.
Seguí caminando sin detenerme hasta llegar a mi casa.

Esa noche sentía que mi corazón se me salía, no quería hablar con el, no quería que me volviera hacer nada de lo que antes me habían hecho, me daban asco.
Recibí un mensaje:
-¿Que tal? ¿Tu madre está dormida ya?
-No está. Contesté.
-Ven a mi casa, prometo no hacerte nada hoy, vamos a llegar a un acuerdo.

Aunque no quería ir esto me daba algo de esperanza, quizá me dejaría en paz a cambio de no decir nada, mi miedo era tanto que esta me parecía la mejor opción.
Esta vez no iba a cometer la misma estupidez y cuide mi vestimenta, me fui lo más tapada que pude sin mostrar nada de piel, además, hacía algo de frío.
Espere a que jazmín se durmiera y me dirigí hacia la casa de Tomas.

Confiar es un errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora