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— ¿En qué piensas?

La sola pregunta le hizo retirar la vista del mantel blanco de la mesa, guió su mirada hacia su hermana, la cual estaba sentada a su lado, mirándolo con aire inquisitivo. Ambos estaban esperando a sus invitados en el restaurante de ese lujoso hotel japonés, pero a la mayor le había entrado la llamada de su mejor amigo, por lo que estuvo conversando con él durante un rato, el suficiente para que Minho dejara deambular su mente.

— Nada — respondió, pero seguía teniendo ese recuerdo de su padre metido en la cabeza: un episodio de él con siete años bajando al sótano de la casa, escuchando algo que no debía escuchar. — ¿Ya vienen?

— Sí, están cerca. — dijo ella, colocó su mano sobre su hombro y le dio un par de palmadas mientras sonreía. — Sé amable, ¿sí? Intenta hacerte amigo del hermano de Jinyoung. Tienen casi la misma edad. Tienes veintiuno, ¿no? — Minho asintió con una pequeña sonrisa, pero al segundo se sintió patético por sentirse feliz debido a que su hermana sabía su edad. De todas formas, si no lo supiera, no tendría que haber problema, ya que no se habían criado juntos. Él no se había criado junto con sus hermanas, los tres habían crecido separados, pero era más cercano a la mayor. — Eso es bueno. El hermano de Jinyoung tiene como veinte, así que, probablemente se lleven bien. Sabes que a papá también le va a agradar escuchar que mantienen una buena relación.

— Pero no tanto como le agrada saber que Jinyoung y tú son mejores amigos. — dijo Minho y sonrió con aire divertido. La peli negro soltó un bufido, como si hubiera dicho el chiste más absurdo del mundo. — Ya veo la boda.

— Jamás me casaría con Jinyoung. — sentenció ella con seriedad. — Es como un hermano para mí... — fue bajando su volumen de voz súbitamente. Decir eso al lado de su medio hermano de sangre no era la mejor idea. Había convivido más con Jinyoung que con Minho, y eso el menor lo sabía, y no le hacía tanta gracia. — Ya sabes a qué me refiero... Oh, ahí vienen.

Minho tuvo que levantarse cuando su hermana lo hizo. La verdad es que no entendía cómo a Sana no le incomodaba hacer contacto visual con las personas; Min sentía que los ponía incómodos y eso lo hacía sentir incómodo a él, por eso ni siquiera miró a sus invitados cuando llegaron hasta ellos. Cuando los hermanos Hwang realizaron sus reverencias, Minho imitó a Sana y saludó de la misma forma. Luego de eso, de escuchar voces amenas y sonidos parecidos a risas pero de tono bajo y algo nerviosas, se sentó al mismo tiempo que su hermana y mantuvo la vista en el mantel blanco de la mesa.

— Por fin lo hicimos. — comentó Jinyoung con un tono divertido, Sana aplaudió un par de veces sonriente. — Ya era hora de reunirnos. Es una pena que no haya podido venir tu hermana menor.

— Cosas de la escuela. — dijo Sana con tristeza. — Además, esto fue tan repentino, que no creo que hubiera tenido tiempo de venir a Japón desde Canadá.

— Buena observación. ¿Qué edad tiene la pequeña Lee?

— Es un año menor que Minho — en cuanto mencionaron su nombre, Minho alzó la mirada por inercia y entonces se le cortó la respiración por un segundo. Frente a él estaba sentado un joven castaño de facciones definidas, es decir, bastante guapo y de labios resaltantes; el hermano menor de Jinyoung lo atrapó en ese momento mirándolo, y aunque a Minho le incomodaba el contacto visual, no pudo dejar de mirarlo. — Mi hermana tiene... No, espera, en realidad son dos años, ya que tiene diecinueve, ¿no es así, Min?

— ¿Qué?

Sana soltó una risita y pasó su mano frente a su cara. Su hermano dejó de mirar al castaño y guió su vista hasta su hermana, quien con la mirada le preguntó: ¿todo bien?

— Ah... Lia, sí, ella está en la secundaria. — intentó interpretar lo que ellos querían escuchar, pero no había tenido tanta suerte al parecer. Un intento más — Tiene diecinueve.

Primera hoja de otoño 🍁| MINJEONGWhere stories live. Discover now