• ༄ 16 ༄ •

80 14 24
                                    

Jeongin se consideraba un amante del amor.

No podía contar con los dedos de sus manos las veces que había caído en la trampa del amor disfrazado de palabras bonitas, miradas encantadoras y besos tan dulces como la miel. Pero las palabras podían ser falsas, las miradas fingidas y los besos con sabor a miel podían ser simplemente un sabor artificial; claro que también había caído en ese tipo de engaños, por ello aprendió a mantener su distancia con ese tipo de chicos, pero su tasa de éxito aún era demasiado baja. No podía escapar de su naturaleza, no podía ignorar esas falsedades tan acogedoras. Su cerebro le decía que Minho estaba mintiendo, le decía que quería usarlo para olvidar a Hyunjin o darle celos, pero... ¿Cómo no creerle a esos ojos?

Su corazón intervino, le hizo dar cuenta de la situación. Si realmente Minho estaba mintiendo, ¿por qué llegar a esas horas de la madrugada para decirle todo eso? ¿Por qué tomarse esas molestias? ¿Por qué soportar a Seungmin en el camino y enfrentarse a su padre por mero capricho?

Jeongin, el amante del amor, decidió escuchar a su corazón y ponerlo nuevamente en riesgo de ser roto.

— Si me entero que todo esto es mentira, te romperé los huevos, Lee Minho. — lo amenazó, para acto seguido colocar una mano en la nuca del mayor y atraer su rostro hacia el suyo, unieron sus labios y se besaron bajo la caída de la nieve. — Te juro que si me estás mintiendo... — le susurró cerca a sus labios — no te dejaré en paz.

— Siento que te hayan roto el corazón antes — le susurró en respuesta. — Con sólo ver tus ojos puedo decir que tienes un corazón lleno de amor.

— Eso fue demasiado cursi...

— ¿Entonces por qué te sonrojas?

— ¿Yo? ¿Cuándo? — lo soltó y desvió su mirada, por lo que Minho soltó una risita. — Dios, hace tanto frío. Deberías entrar.

— Seungmin me va a matar si pongo un pie en su casa.

— No si estás conmigo — le extendió su mano, la cual Min tomó sin dudar. — Te irás en unas horas. Los señores Kim no pueden verte. Será muy raro de explicar que estés aquí.

— No había pensado en eso.

Comenzaron a avanzar hacia la entrada de la casa.

— Pareces ser más el tipo de persona que actúa y luego piensa.

— ¿Te gustan ese tipo de personas? — preguntó como coqueteo.

— No, no las soporto. — respondió de inmediato y Minho hizo una mueca de sorpresa mezclado con indignación. Yang sonrió — Pero en ti es lindo.

— Creéme, Yang, incluso rapado puedo ser lindo.

— Ver para creer...

— Cuando vayamos al servicio militar juntos vas a ver.

Jeongin sonrió al imaginarse a Minho pelado, pero evitó reírse y continuar con la conversación cuando estuvieron dentro. Dejó el ramo de rosas sobre la mesita de la sala y guió a Minho con dirección a la habitación de Seungmin, sin embargo, antes de que pudieran llegar, escucharon una puerta abrirse, unos pasos y la tos del señor Kim.

— Agáchate — le susurró con rapidez y se agazaparon detrás del sillón más largo. — No hagas bulla.

Minho y Jeongin terminaron echados sobre el piso, completamente en silencio, mientras el señor Kim pasaba frente al sillón y se dirigía a la cocina. Hasta que no saliera de ahí no podían moverse, porque se podía ver toda la sala gracias a la isla. A Yang le latía el corazón con rapidez. No quería quedar mal ante los señores que lo acogieron con tanto cariño. Comenzó a sentirse ansioso, demasiado ansioso, jugaba con sus dedos y miraba a todos lados con una gota de sudor recorriendo su cien, sentía que en cualquier momento entraría en una crisis que...

Primera hoja de otoño 🍁| MINJEONGWhere stories live. Discover now