Lo siento, nunca mi intención fue hacerte daño.
Perdóname
Abro mis ojos de golpe, mi mente está totalmente despierta ahora. Los recuerdos vienen a mi mente como flashes, se introducen en mis sueños y me destrozan aún en mi estado de somnolencia.
Pensé que al menos estado alejada de él sería más fácil de olvidar, creí que era posible olvidarlo más rápido si viajaba al otro lado del océano. Fui una tonta al querer deshacerme de una parte de mí, de querer desaparecer una herida que todavía sigue sangrando.
Te amé, Reyna, realmente lo hice, pero quizás no lo suficiente.
Mantengo mis ojos cerrados, doy vueltas en la cama incluso si sé que no voy a poder dormirme de nuevo, intento recrear cualquier otro escenario agradable capaz de desvanecer aquellos momentos que mi mente traicionera insiste en revivir.
La luz del sol poco a poco se filtra por el pequeño espacio que deja la cortina de la habitación, me siento en el borde de la cama y por un instante observo las pantuflas rosas de osito que hay al pie de la cama de Ada en tanto permito que mi cerebro lentamente se despierte.
Alargo mi brazo y veo la hora en mi celular. Todavía no son las ocho de la mañana.
Antes de las ocho aún está madrugada para mí.
Entro al baño de la habitación y me tomo mi tiempo, pienso en los últimos momentos que ocurrieron ayer con Kyle, en el obvio rechazo de muchos hacia él y en nuestro inexplicable interés en saber qué contiene la habitación a la cual no tenemos acceso.
Después de que la directora Meyer nos encontrara a escasos metros de las bodegas, le pidió a Kyle que la acompañara ya mí que regresara a mi dormitorio, zanjando así el tema. No me llamó a su oficina y tampoco supe nada de Kyle.
Las gotas de agua fría caen sobre mi cuerpo una vez estoy dentro de la ducha. Con los ojos cerrados dejo que se escurran por mi piel, llevándose consigo todas mis preocupaciones, solo sintiendo la fría temperatura del agua recorriendo cada centímetro de mi piel. Pasan casi diez minutos cuando decido salir y escribirle a Royce para encontrarnos en el pasillo. Ada y Sophie no estaban en la habitación cuando desperté, tampoco las he escuchado llegar, y ciertamente no quiero ser un estorbo ni que sientan la obligación de ser lindas conmigo.
Me dispongo a salir envuelta en una toalla cuando distingo voces afuera del cuarto. En silencio abro la puerta del baño, pero no encuentro a nadie en la habitación.
Los murmullos siguen, se escuchan desde el pasillo, yo todavía chorreo un poco de agua
Bajo la puerta se pueden distinguir dos sombras: Sophie y Ada.
Casi llegaba a mi cama justo en el momento en el que la manilla de la puerta se gira. Solo alcanzo a recoger mi ropa y corro de vuelta a baño antes de que ellas entren.
- ¿Has hablado con ella? - la voz de Sophie es un susurro, casi inaudible.
- La última vez que Camille y yo hablamos fue hace un par de semanas, desde entonces no sé nada de ella. - escucho la respuesta de Ada.
- Ayer me envió un mensaje. - dijo Sophie. Luego de un corto silencio volvió a hablar - Regresa hoy.
¿Hoy conocería a Camille? El día de ayer escuché su nombre un par de veces y si mal no recuerdo también es una de mis compañeras de habitación. La cama vacía entonces es de ella
- ¿En serio? No pensé que volvería tan pronto después de lo que pasó.
¿Qué pasó con Camille? La sorpresa en la voz de Ada me extrañó, fue muy diferente a la dulce y animada voz que había escuchado el día de ayer cuando la conocí.
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Laberintos de Secretos
Novela JuvenilParís es reconocida por ser la capital del amor, una ciudad dónde el romance se percibe en el aire, pero ¿y si solo es una fachada? Y si realmente está llena de secretos, misterios, engaños y mentiras? Nada es lo que parece. Las apariencias engañan...