𝐒𝐏𝐀𝐑𝐊𝐋𝐄𝐒, One Shots

Footnote| c. matsuno

FOOTNOTE
chifuyu matsuno

No recuerdo cuando fue el momento exacto en que me enamore y para ser honesta tampoco recuerdo porque lo hice. Supongo que es esa clase de situación que solo sucede un día y la vida parece que siempre ha sido de esa forma.

Por que la verdad es que no concedo como era la vida sin estar estar enamorada de Matsuno.

Claro que no planeaba decir nada al respecto, después de seis meses de intentar sofocar el fuerte latido de mi corazón, seguía teniendo la ferviente esperanza de que quizá el sentimiento terminaría asfixiándose y entonces todo el mundo se volvería más ligero.

Pero eso aún no sucedía, y yo tenía que seguir pretendiendo que todo seguía normal cuando en realidad sentía como mi cuerpo entero se volvía cada vez más pesado con el pasar de los días.

—¡Mira, un gato!—Hana, mi hermana menor grito apuntando con su dedo índice un pequeño felino comiéndose lo que parecía ser una paloma bebé destripada.

No pude evitar hacer una mueca de asco, nunca me gustaron los animales, me resultaban inútiles, irracionales y asquerosos. Además que nunca me había preocupado por tener compañía realmente.

—Deberíamos llevarlo al veterinario, se ve pequeño— mi otra hermana, Sora, hablo. Ella era la mas extrovertida de las tres.

Aunque realmente Sora y yo no éramos hermanas de sangre, seguíamos teniendo una buena relación, muy factible por el hecho de que ambas teníamos la misma edad, era que podíamos confiarnos mas cosas.

Mi padrastro nos decía que éramos complementos, ambas funcionábamos como polos opuestos y era justo eso lo que nos había unido, mutuamente nos aconsejábamos en las áreas que no comprendíamos.

Ella era el sol y yo la luna.

Y Hana, bueno, supongo que ella era algún otro planeta o satélite que aún no podía distinguir muy bien, era muy chica para poderla categorizar.

—¿Que opinas, Marina?— me pregunto Sora.

La verdad es que no me importaba mucho siempre y cuando no me metieran en problemas, ya tenía demasiados como para lidiar con gato pulgoso.

—Haz lo que quieras, pero no me entrometas— dije dándole una pequeña sonrisa.

Hana y Sora caminaron hasta el gato mientras que yo me senté en la banca mas cercana que estaba a unos 10 metros de distancia, decidí sacar un cigarro para aprovechar el tiempo, mientras que les echaba un ojo en caso de que algo sucediera.

La verdad no tenía mucho apuro, era viernes, la tarea la había hecho en el transcurso de la semana para poder tener el fin libre, por eso mismo no había puesto ninguna clase de resistencia a los deseos de mi hermana.

Haz lo que quieras siempre que no me molestes era lo que siempre le decía cuando me pedía ser su cómplice en sus santas travesuras.

Ella era una buena persona, amable, sociable y las cosas por la que solían regañarla eran pequeñas e inocentes travesuras. Desde que la conocí sentí la necesidad de protegerla, era lo que hacía constantemente al igual que ella conmigo a su manera.

Después de unos quince minutos por fin lograron capturar al felino, lo había cubierto con la chaqueta de su uniforme, y ahora tenía una mueca preocupada en su rostro.

Se acercó hacia mi, levante una ceja mirando al animal en sus brazos y me di cuenta que era el gato mas feo de la historia, pobre criatura desgraciada, si el único punto medio bueno que veía en los gatos era que podían resultar adorables de pequeños podía decir que este no tenía nada de nada.