Capítulo 4

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Los personajes son de Naoko Takeuchi, la historia es fines de lucro y sin ofender a nadie es solo por diversión.

Capítulo 4

SERENA despertó inquieta y cuando abrió los ojos comprendió al instante que tenía varias razones para estar preocupada.

La más importante era la de saber qué tal vez tendría que casarse con el rey antes que Mina volviera.

Aquella posibilidad la alarmaba.

Después, se dijo con sensatez que Mina vería el anuncio de la próxima boda del rey en los diarios ingleses y que eso la haría volver a toda prisa a Elysion.

Serena estaba segura de que todos los diarios de Europa publicarían la noticia de que la boda del rey tendría lugar el martes siguiente.

Los editoriales especularían sobre la necesidad de tanta premura y, sin duda alguna, comprenderían el verdadero motivo: aquel matrimonio era un paliativo para el pueblo.

Por otra parte, la idea de convertirse en la esposa legal del rey, mientras él se imaginaba que se estaba desposando con su prima, era demasiado fantástica para ser tomada en serio.

Pero no había nada que Serena pudiera hacer por el momento, excepto someterse a los planes del Primer Ministro, por lo que apartó su mente de ese problema para concentrarse en las dificultades a las que se enfrentaba el rey.

La noche anterior, aquel su primer banquete oficial le pareció tan emocionante y magnífico que pensó que debía hacer algo, aunque fuera insignificante, para evitar que la insatisfacción del pueblo de Elysion lo arruinara todo.

Le había fascinado hablar con los estadistas y nobles invitados al palacio y conocer a los familiares del rey.

La más agradable de todos era la Duquesa Viuda Kalaberite de Hiramatsu, tía lejana del Rey de Elysion.

La duquesa se había mostrado horrorizada de que el matrimonio fuera a celebrarse mientras el archiduque y la archiduquesa se encontraban en Rusia.

– Estoy segura de que a tu madre le va a alterar mucho la noticia, querida mía – le dijo a Serena.

– Eso me temo, señora – contestó Serena – Pero el Primer Ministro insiste en que es la única forma de detener la amenaza de una revolución.

La mirada que la duquesa le dirigió expresaba la sorpresa que le causaba que Serena se atreviera a decir la verdad con tanta franqueza. Entonces dijo:

– Estoy preocupada por Darien. Debes ayudarlo, querida, como sólo una esposa puede ayudar a un hombre en tiempos difíciles como éstos.

– Haré todo lo que esté de mi parte – había prometido Serena y la duquesa le sonrió, en un gesto de aprobación.

La mesa, decorada con accesorios de oro y flores exóticas, era más hermosa de lo que Serena podía siquiera imaginar. Estaba iluminada por enormes candelabros de oro.

Serena sabía muy bien que el vestido que llevaba parecía complementar la escena y pensó, aunque no podía estar segura de ello, que los ojos del rey se dirigían hacia ella llenos de admiración.

"Comprendo muy bien", se dijo a sí misma con toda honradez, cuando se estaba metiendo en la cama, "que Mina no soporte la idea de renunciar a todo esto, ni siquiera por el hombre que ama".

Al mismo tiempo, por atractivo que fuera un trono, Serena estaba segura de que si ella estuviera en el lugar de Mina lo sacrificaría todo como su madre, para correr en busca de la verdadera felicidad, y tener a su lado a un hombre que la amara tanto como ella lo amara a él.

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