Noche oscura.

5 2 0
                                        

El arrebato de Liz fue tan inoportuno, que no me dió oportunidad de despedirme de aquel señor como era debido, pero más que eso, sentía una enorme molestia contra mi mejor amiga, por fin tendría una oportunidad de hablar con él y se había desvanecido en un abrir y cerrar de ojos.

-¿Que rayos haces?- le pregunté a Liz mientras el taxi avanzaba.

-lo siento amiga, no te podía dejar ahí, con ese hombre, no sabemos cuáles eran sus intenciones reales- me contestaba mientras me agarraba de la cabeza para abrazarme.

No pude soportar la idea de que Liz se hiciera historias en su cabeza al respecto, mucho menos cuando no sabía lo que había pasado momentos antes.

-Liz, amiga mía, el me salvó de la multitud que me querían linchar hace horas, él mismo se había ofrecido a llevarme a casa- le contesté.

-oh lo siento, no sabía, ya tendrás otra oportunidad, ya veras- me respondió de forma antipática.

-¿Pero de qué hablas? Tal vez ya no tenga otra oportunidad, él debe de ser una persona demasiado ocupada, por si no lo sabías, es director del periódico, es el encargado de todo- le dije, casi presumiendo de que había conocido a alguien importante.

-vaya vaya, así que te has enamorada solo por qué es director, no sabía que eras elitista- su voz sonaba algo molesta.

-no, no es eso, solo que...- ya no supe que decir, en realidad no importaba mucho que fuera director, yo lo había conocido como un reportero y su amabilidad es lo que me había enamorado en un principio.

El silencio duro varios minutos, tome mis manos y no gire a ver a Liz en un rato, avergonzada por lo que había dicho.

-esta bien, vamos, no pasa nada, se que por qué sea director del periódico te gustaría, aunque creo que sí hubieras sabido desde un principio que él era el director, no lo habías tomado mucho en cuenta- trato de consolarme.

-Es verdad, Liz, creo que no me hubiera impresionado tanto- respondí aún avergonzada.

-Bueno, dime ¿Que paso allá?- preguntó genuinamente preocupada.

-Aun no logro entender que pasó, iba caminando tranquila por la calle y un par de sujetos me reconocieron, lo único que hice fue refugiarme en el primer edificio abierto que ví y que en el cual tal vez me podrían dar auxilio- respondí llevándome la mano al cabello.

-Vaya, fue un día ajetreado- soltó un suspiro largo.

-¿Que pasa? ¿Te paso algo a ti también?- pregunté, ese suspiro no me daba confianza.

-No, bueno, como a ti, a mi también me reconocieron en la calle, unas señoras comenzaron a agredirme verbalmente, fue horrible- un par de lágrimas comenzaron a correr por la mejilla de Liz.

-¿Y que paso después?- le dije mientras le ayudaba a limpiar las lágrimas.

-No paso nada, solo las ignore, no sé cómo es que un persona no quiera ver lo que pasa a su alrededor ¿Que no supieron lo que pasó con Marcial Maciel? A toda esa gente que torturó escudándose en la religión- una gesticulación de rabia era visible en sus ojos.

-Tal parece que no, sera mejor no pensar en eso, de momento, solo quiero llegar a casa y dormir, cómo dices, hoy ha sido un día ajetreado, necesitamos descansar, ya mañana será otro día- le dije mientras reposaba mi cabeza en el asiento del taxi.

Después de eso el camino duro poco, el camino fue corto, aunque para mí pareció una eternidad, no lo habíamos notado, pero aquel taxista de rasgos bruscos y un poco deshilañado, no nos quitaba el ojo de encima y sentí miedo, el mismo que había sentido antes de entrar al periódico, incluso fue peor cuando marchamos frente a la catedral y la policía nos agredió con balas de goma y las lacrimógeno, éramos dos mujeres indefensas en la penumbra de la noche.

Cómo pude tomé mi bolso listo para aventarselo a la cara en caso de que quisiera hacer algo en contra nuestra, Liz al ver mi preocupación se dió cuenta y saco de su bolso un gas que había comprado para defenderse de cualquier cosa.

Ahora no queríamos que supiera dónde vivíamos, si era parte de esa gran mayoría que nos agredió, buscarían la forma de volver a hacerlo y eso nos llenó el alma de miedo.

Para nuestra suerte, mucho antes de llegar a nuestro destino, uno de nuestros amigos estaba parado en una esquina, un joven atlético, caucásico de estatura promedio, estaba fumando un cigarrillo, cómo esperando nuestra llegada, le solicitamos al taxista que se detuviera, Liz bajo primero con ayuda de Alex, le pagué al taxista y después baje del vehículo.

-¿Que esperas para partir?- le dijo Alex en tono amenazante al taxista al ver que no avanzaba.

Aquel señor no dijo nada he hizo una mueca de desaprobación, después de eso puso en marcha su vehículo y lo vimos desaparecer en una curva.

-¿Están bien?- preguntó Alex.

-si, estamos bien, nada de que preocuparse- respondí.

-Me alegra bastante, por ahora vayamos a casa, necesitan descansar- Alex tomó de los hombros a Liz y nos fuimos caminando por una de las calles un tanto oscuras.

Mi casa era la primera, acabados simples, una casa pequeña con varias manchas, verde pistacho decoloradas por el paso del tiempo, una puerta metálica que rechinaba por la falta de lubricante en las bisagras, antes de cerrar por completo, me despedí de mis acompañantes que se fueron difuminando por las luces y la tenue neblina.

Nada más al entrar una pequeña sala de estar con sillones beige rasgados por "Carry" mi pequeña gata Carey, misma que me recibía con unos intensos maullidos, que no era para menos, la había dejado sola todo el día.

Por el cansancio me recosté en uno de los sillones, acariciando a mi pequeña criatura, que parecía entender mi pesar, se acercaba a mi y ronroneaba a mi lado, lamiendo mi mano y frotándose contra mi.

No supe cuando me quedé dormida, agobiada por el día, cuando desperté ya era de día y "Carry" no me iba a perdonar que la dejara sin desayunar, me desperté por completo contemplando lo vacío que se veía aquel cuarto y me sentí sola, desamparada, por primera vez en mi vida.

Darkness: el comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora