¿Cómo podría odiarla si es casi un ángel?
Es la única pregunta que rondó por mi cabeza durante cada segundo que pasé cerca de Haewon. Es linda, demasiado la verdad. Su cabello negro hace juego con su piel limpia, pálida, sus labios resaltando sobre esos blancos dientes perfectamente alineados.
Su personalidad congeniaba con alguien que merecía estar con Minho. Tan atenta, graciosa, el carisma se veía en el brillo de sus ojos pardos. Los ojos de Haewon son muy lindos, a Minho le gustan mucho.
No esperaba verlos, pero ese día en particular decidí salir a dar una vuelta por el aburrimiento en mi habitación, incluso, pensé en llamar a Changmin por si tenía ganas de pasar un buen rato conmigo.
Una asquerosidad, estoy seguro me sentiría peor de hacerlo.
El punto era relajarme, por lo que no se me ocurrió mejor idea que ir a aquel sitio que frecuentaba con Minho. Una mala decisión, tal vez, ir allí solamente me recordaría la felicidad que tenía antes de la catástrofe.
Fue la peor idea del día, mucho más terrible que haber elegido ese jugo de arándanos en el desayuno.
Verlos ahí me causó náuseas, los celos eran tan intensos que quería ir y gritarles que no podían ensuciar ese lugar con su asqueroso amor. Una mierda, Minho. ¿En serio tuviste que traerla aquí?
Mi pecho se apretaba, viendo a lo lejos, observando con los pedazos de mi corazón pegado con cinta adhesiva cayéndose.
Minho se ve feliz ahí con ella, rodeándola por los hombros, hablándole cerca del oído. ¿Qué estará diciéndole? Seguro algo gracioso por la manera en que Haewon se contagió de la sonrisa.
Ella tenía puesto ese suéter negro, el mismo que esa vez cubrió mi cuerpo. Espero que mi perfume siga en él. ¿Le habrá dicho lo mismo que a mí?
Minho, ¿le dijiste que luce mejor que tú? ¿Que yo?
Demasiadas dudas que incrementaban una gran inseguridad. Claro que Haewon era preciosa, luciría bien aunque una bolsa tuviera encima. En cambio yo, no lo sé, creí ser lindo cuando Minho me lo dijo.
Minutos más tarde, mi presencia dejó de ser ajena para el par de enamorados.
No se me ocurrió nada para excusarme, no pude escaparme para irme lejos mientras que le marcaba a Changmin.
Y esto es solamente un relato superficial de lo que sucedió, algo que me tiene pensativo mirando a la nada en mi habitación.
Pero podemos especificar un poco, claro, vayamos a esa parte de la tarde en que ya eran casi las ocho, comenzaba a oscurecer y ya quería irme a casa. No diré que la pasé como el violinista entre ellos, porque Minho se encargó de no hacerme sentir un mal tercio.
Sentí su atención en mí, alterándome, acelerando mi corazón cada vez que se acercaba a mi oído a preguntarme cómo era que me sentía. Dios, el calor en mi rostro era infernal cuando lo tuve tan cerca.