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Ha pasado una semana desde que no hablo con Minho

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Ha pasado una semana desde que no hablo con Minho. No es porque él no me haya buscado, sino que yo no he respondido a nada lo que involucre su existencia. Me siento mal, del asco, sí, pero creo que me sentiría peor si es que hubiera contestado sus mensajes o llamadas, haber fingido estar durmiendo para que mi mamá no lo dejara entrar fue una buena idea.

No quiero saber nada de él, porque sé que está con ella, es oficial. Minho está saliendo con Haewon, son novios y ya siento como si fuera un estorbo que no necesita en su vida. ¿A Haewon le molestará lo mucho que Minho me llama? Ojalá sea así.

Estoy pudriéndome en mi cama, mirando al techo como de costumbre, dejando que el sol entre por la ventana y de justo en mi rostro, fermentando. Ya casi soy uno con las mugrosas sábanas que no he cambiado hace un mes.

Su suéter cubre mi cuerpo, sigo teniéndolo, no quiero devolvérselo, pretendo quedármelo. Quizás se lo entregue cuando ya no tenga el olor de su perfume y ese aroma ya no sea el suyo, sino el mío, quiero que lo use y piense en mí, en ese perfume de margaritas que siempre he usado.

Sé cuán obsesivo puede llegar a sonar cada pensamiento, uno más alocado que el anterior, pero no tengo más para revolotearme en la cabeza. Todo es sobre Minho, cada idiotez tiene su nombre.

Son las seis de la tarde, creo, apenas puedo ver el reloj desde mi lugar de lecho de muerte. A juzgar por el sol, puede que sea cierto. Minho está trabajando, lo sé, lo más probable es que mi teléfono suene.

Mi rutina cambió, por lo tanto, él debe sentir mi ausencia en la suya. Normalmente lo esperaba fuera de su trabajo, acompañándolo un rato hasta que me invitaba a comer a su casa o yo a la de él.

No pude evitar sonreír cuando, diez minutos después de haber tenido ese pensamiento, mi teléfono comenzó a sonar. Era obvio de quién se trataba, porque el reloj no miente, porque Minho es una basura predecible en todos los sentidos.

Arrastré la mano por la cama, desordenando todo, aunque dudo mucho en que el vertedero que hago llamar "lugar de descanso" pueda verse más desastroso. Hallé mi teléfono debajo la almohada, levantando el tonto aparato para leer su nombre en la pantalla.


¿Debería contestarle?


Dejaré que llame una vez más, una no es suficiente. Minho, demuestra que en serio quieres hablar conmigo. Miré en silencio cómo la llamada continuaba, así hasta que la notificó como perdida.

Minutos pasaron, no muchos, casi me decepciono cuando, igual que antes, mi teléfono sonó.

El corazón se me estancó en la garganta, nervioso cuando mi tembloroso pulgar se arrastró por el vidrio para responderle. Una semana sin escucharlo, eso es igual a emociones arrastrándose fuera de la fosa en mi pecho, o corazón como el resto le dice.


—Oh, Dios, Jisung—dijo con cansancio, asustado, creo—. No sabes hace cuánto estoy tratando de ponerme en contacto contigo, no tienes idea del montón de veces que te he ido a ver—continuó, yo solamente guardé silencio—. Pudiste responderme aunque sea un mensaje y decirme por lo menos que estabas bien...

heather - minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora