¡ tres !

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Por más que suplicó e imploró con sus ojos, sus amigos se habían ido dejándolo solo con aquel chico. Sus manos temblaban temerosas y sus ojos eran incapaces de mirarlo a la cara, ¿qué estaría pensando Lee Minho de él? ¿Habría estado buscándole para realmente darle una paliza? El silencio era tan tenso que juraba que podía tocarlo e incluso usarlo como una cuerda de guitarra.

— ¿Cuál es tu nombre? —su voz había sonado normal, sin ninguna pizca de enojo, pero aún así logró asustarle.

Se alejó dos pasos antes de contestar.— J-Jeongin... Yang Jeongin...

— Bueno, Jeongin, ¿por qué estás tan nervioso?

— ¿V-vas a golpearme? —murmuró temeroso— Porque si vas a golpearme que sea rápido y que no duela tanto.

Abrió sus brazos y cerró sus ojos con fuerza, dejándose a su merced. Se sintió confundido cuando lo único que recibió fueron las risas de Minho oírse por el lugar.

— No voy a golpearte —negó agitando sus manos—. No quiero hacerte daño.

— ¿Por qué no? —frunció— Te besé, lo que debería darte enojo y ganas de querer golpearme —se acercó y tomó su mano derecha haciéndola un puño, para luego mostrar su mejilla y tocarla con su índice—. Anda, aquí te puedes desquitar —cerró los ojos con fuerza nuevamente, esperando por el golpe.

Pero lo único que sintió en su mejilla izquierda fueron unos cálidos y húmedos labios posarse con timidez. Abrió mucho los ojos y le miró desconfiado, sintiendo sus mejillas teñirse de a poco.

Eso no lo veía venir.

— ¿Q-qué fue eso?

— Un beso.

— Sí, ¿pero por qué?

Se encogió de hombros.— Yo quise dártelo, ¿el tuyo por qué fue?

— Una apuesta —parpadeó varias veces, aún un poco confundido—. Aposté con mis amigos dos mil seiscientos wons, tareas hechas y dulces gratis a que lo hacía...

— ¿Te gustan las apuestas?

— No puedo negarme a una.

Minho asintió.— Te apuesto el doble a que no lo haces de nuevo.

Eso tampoco lo veía venir.

── por una apuesta !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora