¡ diez !

345 43 2
                                    

— ¿Eh? —Minho le miró confundido, ladeando la cabeza con el ceño fruncido.

Jeongin se había separado del beso que estaban compartiendo para mirarle seriamente y preguntarle con voz ronca.— ¿Qué quieres de mí?

Lee parpadeó varias veces, removiéndose en su regazo para acomodarse mejor, todavía sin comprender lo que quería decirle.— Bueno... ahora quiero que me digas el porqué de tu repentina pregunta.

Jeongin tomó un corto silencio donde sus largos dedos acariciaron distraídamente la cintura del hyung sentado sobre sus piernas. Las manos de Minho descansaban en sus hombros y sus ojos no dejaban de mirarle curiosamente, esperando pacientes cualquier respuesta de su parte. Una vez más, las palabras de sus amigos, específicamente salir y gustar pasaron por su cabeza llenándole de inseguridad. ¿Y si estaban equivocados? Eso sería realmente vergonzoso.

— ¿Por qué...? —mordió su labio desviando la mirada, cuestionándose si era buena idea realmente decirle— ¿Por qué me besas?

El mayor ladeó el rostro, sintiéndose más confundido de lo que ya estaba, sus labios se curvaron ligeramente hacia abajo y su entrecejo se arrugó un poquito más. Jeongin podía sentir la mirada fija sobre su cuerpo y eso comenzaba a ponerle ansioso, el repentino silencio largo comenzaba a impacientarle.

Empezaba a arrepentirse de haber preguntado, si no hubiese hablado quizá en esos instantes no se sentiría tan inseguro e incómodo por la respuesta, y seguiría besándole como hace unos momentos. Pero la duda volvía a su cabeza y no podía evitar sentir la necesidad de saber la repuesta; ¿por qué le buscaba? ¿Por qué querría besarle? ¿Qué quería realmente Lee Minho de él?

— Lo hago porque me gusta hacerlo... ¿o es que a ti no te gusta?

Desvió sus ojos casi de inmediato para enfocarle, frunciendo el ceño al ver la expresión en su rostro; sus labios se habían quedados curvados y sus cejas preocupadas. De pronto Minho parecía pequeño entre sus brazos.

— No es eso, es só- —fue interrumpido por un par de labios invadiendo su espacio personal. Lee sostuvo su rostro entre sus manos, besándole despacio y con cuidado antes de separarse— No me distraigas... —a pesar de sus palabras, el pelimorado se inclinó hacia adelante para volver a besarle, sacándole una sonrisa divertida— Estás... distrayéndome... —beso— deja de distraerme.

Minho rió bajito al notar su entrecejo fruncido y sus ojos cerrados con el rostro a centímetros del suyo, risas que fueron ahogadas en la boca ajena. Por un momento, Jeongin olvidó sus inseguridades y se concentró en la sensación suave y dulce de los bonitos labios moldeándose perfectamente con los suyos, junto a los dedos que se escondían en los cabellos crecientes de su nuca.

Mantuvo firme el agarre de sus manos alrededor de su cintura, inclinándose sobre su cuerpo hasta lograr despegar la espalda de la pared tras suyo, queriendo mantener sus cuerpos lo más cerca posible. De nuevo perdido entre los besos de Minho.

— Me gusta besarte —murmuró sincero después de separarse, mirando sus ojos—. Pero no sé qué significa.

— ¿El qué?

— El que me busques... el que quieras besarme... quiero saber qué somos exactamente.

Lee de pronto se mantuvo serio, acunando su rostro para obligarle a sostener la mirada sobre la suya, mirándole con ojos oscuros. Por un momento, Jeongin sintió su corazón latir temeroso.

— ¿Qué somos para ti?

— No lo sé... —intentó desviar el rostro, pero Minho se lo impidió, por lo que optó por cerrar los ojos para evitar mirarle— Por eso quiero saber qué somos para ti... si hay algo... es decir... nos besamos prácticamente a escondidas aquí más de lo que hablamos y... no lo sé.

No podía oír más que el bullicio del instituto y el canto de algunas aves que pasaban por los aires, los latidos de su corazón angustiado y sus respiraciones tranquilas, prácticamente mezclándose al estar demasiado cerca. El tacto de los dedos ajenos se volvía suave, acariciándole con cuidado, como si temiese dañarle. Entonces sintió el par de labios conocidos volver a tocar los suyos, esa vez manteniéndose simplemente juntos, tomándose su tiempo.

— No sé si esto es lo que indirectamente preguntas, pero sí... me gustas —Yang abrió mucho los ojos al escucharle, estando a punto de hablar si no fuera porque el mayor tapó su boca con una mano—. Pero no sé qué somos o lo que quiero que seamos... me gustas... pero tengo miedo.

Quitó su mano con cuidado, entrelazando sus dedos sin dejar de buscar su mirar, pero Minho se mantenía cabizbajo.— ¿Miedo a qué... o a quién?

— No ser suficiente para ti, de aburrirte... de herirte.

— Por dios... ¡eres Lee Minho, eres mucho para mí! ¿Sabes cuántos chicos y chicas quieren estar contigo? ¡Muchos, demasiados! El que estés ahora así conmigo ya es irreal —acunando su rostro le obligó a mirarle—. Yo soy el que se siente inseguro... es decir, hasta hace poco pensaba que no te iban los chicos ¡pero estás justo ahora sobre mis piernas besándome y diciéndome todo esto! Y quizá... si no hubiese aceptado la apuesta de los chicos, nunca te hubieras fijado en mí o siquiera supieras de mi existencia. Porque, ¿por qué te interesaría alguien como yo de entre tantas personas? Incluso pensaba que tenías algo con ese hyung paliducho o esa noona de cabello corto y... y ahora que lo pienso quizá solo me buscaste porque tu curiosidad te pudo más y querías pro-

— Estás divagando, cállate —interrumpió, sonriéndole divertido, a lo que el contrario se encogió avergonzado—. Sí estaba curioso, quería saber porqué el beso de un chico se sintió tan bien y entonces te busqué. Me siento bien contigo, ¿entiendes? Me gusta estar así contigo... me gustas tú. ¡Y todo esto es vergonzoso! Me he confesado dos veces y tú no has dicho na-

— Me gustas, cállate.

— No, tú cállate y escúchame.

— No, cállate tú.

— Yang Jeongin, cállate.

— Lee Minho-hyung, cállate.

— ¿En serio vamos a discutir por esto?

— Nuestra primera pelea —Jeongin llevó una mano a su pecho, sonriéndole enternecido.

Minho no pudo evitarlo, dejó salir una risa sincera al tiempo en que se inclinaba volviéndole a besar. Ambos demasiado sumidos en el otro como para darse cuenta de la presencia de dos personas recién llegadas a la terraza.

── por una apuesta !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora