¡ ocho !

366 46 0
                                    

— Esta paleta —sacó el pequeño dulce de los bolsillos de su sudadera, sonriéndole como un chiquillo, a lo que Minho frunció el ceño.

— ¿Es en serio?

Jeongin encogió los hombros.— Es lo único que tengo ahora.

— Como sea —Minho le quitó la paleta, guardándola en sus propios bolsillos antes de inclinarse hasta tocar sus labios nuevamente.

Yang separó la boca un poco, logrando acomodarlos a la perfección mientras el mayor comenzaba a moverse con lentitud, sosteniendo su rostro y halándolo levemente hacia él; se estremeció cuando de pronto le sintió acariciar su labio inferior con ayuda de su lengua, unos segundos antes de atraparlo entre sus dientes y chuparlo ligeramente, ladeando la cabeza para profundizar el beso.

Sin darse cuenta, el pelimorado se había dejado caer hasta que su espalda tocó el frío techo del tejado y el menor estuvo sobre él con ambos antebrazos a los costados de su cabeza buscando sostenerse y acomodando una pierna entre las ajenas.

Se separó un poco buscando aire, pero Minho apenas le dió tiempo de hacerlo cuando volvió a fundir sus bocas, esa vez pidiendo permiso para adentrar su lengua, el cual no se le fue negado. Las manos ajenas se enredaron en los cabellos crecientes de su nuca deslizándose después por sus hombros hasta llegar a su cintura, apretando el agarre de sus dedos entre la tela de su sudadera.

Lo único que el pelinegro podía escuchar eran los latidos alborotados de su corazón junto al húmedo sonido de sus labios moviéndose y los suspiros que de en vez en cuando escapaban de ambos; Minho tomando fuerza para hacerle girar quedando él sobre su regazo, separándose unos instantes donde le dejó observar sus ojos brillantes y sus labios rojizos levemente hinchados.

Justo cuando volvió a besarle, de pronto la puerta se abrió, dándole paso a las risueñas risas de su mejor amigo combinadas con los sonidos extraños que, supuso, hacía su novio, haciéndoles separarse de golpe; Jisung les miraba con ojos abiertos y las mejillas encendiéndose avergonzadas al encontrarlos en aquella posición comprometedora. Mientras Seungmin, todavía sin darse cuenta, rodeó su cintura por detrás comenzando a besar su cuello. Eso hasta que sintió los codazos que su pequeño novio le daba, y entonces se dió cuenta de la situación.

— Eh... —sin saber qué decir, Jisung apuntó la puerta, sintiéndose realmente cohibido— N-nosotros... adiós —Seungmin les observó con las cejas alzadas, sonriendo sugerente hacia Jeongin, mientras Han intentaba llevárselo—. ¡Seungmin!

Sin decir nada, se dejó arrastrar sin dejar de mirarlos de aquella manera, hasta que finalmente los dejaron solos. Jeongin soltó un profundo suspiro cansado mirando a Minho, quien seguía sobre su cuerpo. Le miró hacer una mueca incómoda bajándose finalmente con las mejillas encendidas.

— Lo siento...

— Está bien... yo... tengo que irme —iba a pedirle que se quedara, pero el timbre resonando por toda la institución llegó a sus oídos, anunciando el final del receso—. Tenemos... clases...

Asintió con desgana, mirándole dar media vuelta para salir, dejándole completamente solo. Cerró los ojos con fuerza y maldijo a sus amigos entre dientes, estando a punto de patear la bolsa vacía de frituras sino fuera porque la puerta volvió a abrirse dejando ver aquella cabellera púrpura conocida.

Minho le sonrió levemente antes de acercarse a paso rápido, acunar su rostro con sus manos y volver a besar sus labios. Le sonrió nuevamente al alejarse y, sujetando su mano, ambos bajaron las escaleras de la terraza para ir a sus clases.

Jeongin comprobó una vez más que los besos de Lee Minho eran de otro nivel.

── por una apuesta !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora