Dos: Contando del uno al cuatro, no olvides a Cuatro

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No hay mejor ciudad que Tintelia. Habitantes amables, calles muy fáciles de llegar... nada compleja, muy ordenadas ¿Cómo crees que te vas a perder?





No es bueno con el sarcasmo, pero el mal humor nadie se lo podía quitar. Cansado y a punto de comenzar a tener una insolación, no ve para nada gracioso pedir ayuda y le hagan separar el marisco al guacho. Entendió clarito como baba de pez: Ir hasta la esquina donde se sienta el viejo a vender wagashi y doblar a la izquierda. Luego haz otra izquierda en el edificio rosa y sigues recto hasta llegar a una tienda donde juegan cartas. Que ahí puede pedir más direcciones para encontrar la plaza.

¿Cómo es que lleva caminando por media hora y aún no encuentra la tienda el anciano que hace wagashi? De hecho, ¿¡qué es wagashi!? Todo lo que quiere es llegar a la plaza. Quiere ver sobre las batallas territoriales y entrenar un poco.

Nuestro joven octoling llevaba intentando llegar a la plaza desde que abrió los ojos el día de hoy.

Fue una mañana algo movida. Por su reloj biológico, despertó mucho antes de que el sol saliese. Intentó quedarse dentro de su hamaca, ¡claro que lo intentó! Si no fuera por sus otros vecinos también octolings como él, de seguro se hubiera quedado otra hora.

Todos se preparaban para partir a sus respectivos trabajos haciendo muy movida la mañana al vestirse ellos con sus atuendos anaranjados completamente holgados y botas verdes.

Estuvo muy ansioso de verlos a todos bajar, por ello también acomodó su casillero para así seguirlos hasta donde se encontraba el dueño de este puerto junto a una olla prendida preparando el desayuno de todos.

Comió en silencio junto a todos sus vecinos que tampoco intercambiaban palabras. No lo sintió molesto, más bien le ayudó a volver a sentirse en casa. Allá no se le permitía perder el tiempo en cosas insignificantes y menos en platicar. Era comer tu porción de la mañana e ir al campo de entrenamiento o a memorizar algo importante para la aportación del gran ejército octariano.

Fue Hachi el único en romper esta atmósfera tan rutinaria al darle la gran idea de conocer sobre las batallas competitivas. Según él, Tres le podría interesar y así hacerle compañía a varios habitantes del puerto pesquero que solían ir luego de terminar sus turnos. Se ofreció en llevarlo a la plaza y ayudarlo a inscribirse, pero todos se arremetieron con preguntas y a pedirle favores. El puerto del Pez Ciguato y las Apestosas Ostras no se pueden manejar sin Hachi ahí.

Pero vaya que necesita a alguien ahora mismo que lo lleve a la plaza. Ojalá Kitkat rondara cerca. Así pedir ayuda y llegar de una vez por todas a la plaza. Tal vez lo que podía rescatar era ver muchas criaturas vistiendo increíbles atuendos y apreciar géneros de música que nunca escuchó antes.


Tres no estaba acostumbrado a la ciudad, menos al tráfico. Allá en su viejo distrito, los octarianos no tenían grandes caminos para vehículos de transporte, más bien utilizaban algo parecido al metro para desplazarse y pequeñas máquinas si no querías moverte por el rastro de tinta disponible. Por ello tampoco conocía el sentido de las luces del tráfico.

Luego de recorrer medio Tintelia y no encontrar la plaza, logró salir de las pequeñas calles y llegar a las principales donde el flujo de vehículos era constante de día y noche.

Por lo que leía en los letreros, la plaza no quedaba tan lejos ya.

Se encontraba llegando a una esquina de la cuadra junto a otro grupo que caminaban delante de él. Parecían ser un gran grupo de amigos que -Tres no notó- habían acabado una de sus partidas y se retiraban a comer algo. Aún llevaban con ellos sus estuches y mochilas donde se encontraban sus armamentos que no dejaron en la torre central de batallas.

¿Que sucede con la capitana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora