Hermana Mayor

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Baji entró a casa emocionado y al quitarse sus zapatos, completamente descalzo se dirigió al cuarto de su hermana.

- ¡Ya llegamos! - exclamó la señora Ryoko

El chico abrió la puerta, azotandola con fuerza haciendo que la joven sobre su cama, diera un pequeño salto.

- Keisuke, no hay porqué azotar la puerta - sonrió

- Lo siento, pero es que hoy aprendí una nueva lección! - habló emocionado y alzando su voz a medida que iba hablando

- Ah, sí?, Qué bien, y cuéntame, ¿ya sabes golpear? - preguntó

- Yo siempre he sabido golpear - chocó su puño contra su otra mano

- Y si es así, ¿entonces qué es ese moretón en tu ojo izquierdo? - preguntó

- Ehhh, bueno, es que no soy tan bueno como Mikey; deberías verlo, siempre se esfuerza en presumir su capacidad de pelea, pero algún día lo venceré - colocó sus puños a los costados de su cintura

- Jaja, bueno, si tú lo dices - sonrió dándole la razón y alzando uno de sus hombros

- ¿Y tú qué haces? - preguntó acercándose a ella

- Jeje, ven, pero despacio - dijo, el pequeño se acercó, subió los escalones de la litera y asomó sobre la cama, ubicando un pequeño gato naranja durmiendo a un lado de ella

- Woooah, que lindo - sus ojos brillaron

- Sí, entró por mi ventana y se quedó dormido - acarició su cabeza

- ¿Le diste algo de comer? - preguntó curioso

- Sip, no es la primera vez que viene, así que le compré algo de comida - señaló el cajón de la litera, Keisuke sólo sonrió - No sé si mamá lo acepte pero por lo mientras me encargaré de que coma cada vez que venga - dijo y con su sudadera cobijó al animal y se acercó a su hermano
- Deberías ponerte algo en el ojo - dijo

- Eh? ¿Por qué? - preguntó

- No me gusta que se vea moradito - lo tocó con su punta del dedo pero el niño no se quejó

- Agh, no empieces de sobreprotectora, además ni me duele - alejó la mano de su hermana

- No soy sobreprotectora, solo me preocupa - se acercó más

- Sí lo eres, ya déjame - bajó de la litera y salió de su cuarto, la niña lo siguió

- Keisuke! Déjame curar tu ojo! - pedía la niña tras el pelinegro

- Nooo, dejame o yo te dejaré peor el tuyo - advirtió, entonces su hermana lo atrapó en un abrazo

- No te atreverías - dijo ella

- ¿Quieres ver? - Keisuke tomó los brazos de su hermana

- ¡Keisuke, no amenaces a tu hermana! - exclamó su madre desde la cocina

- Déjalo mamá, estamos jugado - respondió Vera

- No importa, no quiero que por estar disque jugando se suelten un golpe fuerte, recuerden que deben llevarse bien - dijo colocando los platos de comida en la mesa

- Eso hacemos - habló el pequeño

- Bueno, no se hagan daño ni de broma por favor - pidió Ryoko, los niños asintieron mientras su madre se alejaba

- Ve a lavar tus manos Keisuke, ya vamos a comer - dijo la pequeña, soltándolo

- No me puedes dar ordenes solo por ser tu hermano menor - se quedó en su lugar

- No es una orden, te lo estoy pidiendo nada más y ¿no es más cómodo si cambias tu uniforme de karate? - agarró la cinta negra

- No toques mi sagrada cinta, la vas a ensuciar - se alejó

- Que dramático, y la ensuciarás más si no te cambias - se acercó

- Y además, no es "uniforme de karate" se llama karategi - corrigió

- Es lo mismo, vamos, ve a cambiarte - insistió

- Vera tiene razón Keisuke, ve - apareció su madre

- Te aprovechas de ser 5 años mayor - la señaló

- Aprovecharme sería darte órdenes como dices y tenerte para los mandados, además de molestarte diciendo que eres adoptado o echarte la culpa si yo hago una travesura, pero no, entonces no lo hago solo te lo estoy pidiendo de forma amble, si tu ves que son ordenes pues allá tú - dijo y se sentó en el cojincillo frente al plato de comida

- Ay bueno, pero no te enojes - se acercó y la abrazó por el cuello
- Ambos sabemos que la adoptada eres tú - dijo luego de un rato y echó a correr a su habitación mientras reía

- ¡Keisuke! - llamó su madre con una leve sonrisa pero tratando que el pequeño se retractara

- Jaja, déjalo ma, solo está jugando - rió para esperar a su hermano y así poder comer todos juntos.

Al caer la noche, Vera terminó sus deberes de la escuela y cambió su ropa a una para dormir, siendo una playera larga que llegaba hasta abajo de sus rodillas, al estar a punto de subir a su cama notó a su pequeño hermano en el marco de la puerta.

- ¿Qué pasa? - preguntó

- ¿Puedo dormir aquí? - preguntó serio, con el ceño ligeramente fruncido y avergonzado, la niña sonrió, se acercó a su hermano y tomó su mano, llevándolo a la habitación de él

- Te contaré una historia, y si lo preguntas, no, no hay monstruos en la oscuridad - dijo, el pequeño sonrió y soltó una pequeña risa, Vera lo ayudó a subir a su cama, lo arropó y se recostó al lado de él
- Cierra los ojos Keisuke, y trata de imaginar un sin fin de estrellas en la oscuridad de tus ojos - dijo, haciendo lo que ella misma decía para que su hermano la siguiera

- Quiero que las cuentes y la que más te guste dices el número que le diste - dijo

Al ser así, la pequeña comenzó a inventar una historia sobre el porqué esa estrella quiso ser vista por el pequeño Keisuke, relató y habló hasta que ya no lo escuchó responder y sólo notaba su respiración tranquila. Al ser así abrió sus propios ojos y volteó a verlo, el pequeño ya estaba durmiendo.
Vera sonrió y dejando un beso en la frente del pelinegro, salió de la habitación y fue a la suya a dormir, pensando en lo mucho que aprendió de sus padres cuando ambos estaban juntos.

Su sonrisa se desvaneció al sentir la ausencia de su padre nuevamente, pero le alegraba saber que su querido hermano era feliz con los pocos recuerdos que tenía de él y los que ella le hacía crear al hablar de él, sin importar el dolor que le causaba recordar, si Baji sonreía con eso, entonces ella no importaba.

"Demasiado madura para tener once años" murmuraba su madre al ver como es que Vera se preocupaba por su hermano y por ella.
Pero sin duda le hacía feliz que fuera así y sobre todo tener a sus dos grandes tesoros junto a ella además de que ambos siempre se tenían el uno al otro sin importar la situación o la distancia.

Solo recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora