Capitulo Treinta y Seis.

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 —Lo siento.

Deteniendo el algodón con desinfectante a escasos milimetros de los heridos labios del castaño, Zayn lo miró confundido—. ¿Por qué te estas disculpando conmigo?

Las manos grandes que descansaban en su cadera, sosteniendolo firmemente a horcajadas sobre el regazo del mayor, apretaron suavemente su agarre—. Te estoy pidiendote perdón por todo lo que has tenido que soportar por mi culpa.

—Sigo sin entenderte.

—Me refiero a todo esto —hizo un gesto vago con la mano antes de devolverla al lugar donde había estado colocada antes—. Mis padres, mi familia en general, te han hecho tanto daño, Zayn —susurró—. Te estoy pidiendo perdón por haberlos traído a tu vida y dejarlos dañarte como lo han hecho.

Suspirando, dio un paso atrás, sin salir entre los muslos abiertos del castaño donde había estado de pie mientras curaba sus heridas—. No quiero escucharte pedrime disculpas de nuevo, ¿entiendes?

—Pero...

—¿Acaso nadie te ha dicho que jamás debes pedir disculpas por pecados ajenos? —aleccionó—. Es algo totalmente estupido y sin sentido, no lo vuelvas a hacer.

—Si no me hubieses conocido, no habrías conocido nada de este dolor.

Lo miró directamente, encontrandose con su mirada—. Si no te hubiese conocido, no había conocido lo que es ser feliz de verdad —acarició su mejilla suavemente, notando lo morada que se estaba poniendo—. Me has obsequiado muchas cosas, Liam.

El castaño bufó—. Lo único que parezco darte es dolor.

—Las cosas no han sido fáciles, lo acepto, pero eso no quiere decir que todo haya sido malo.

—Fueron nueve años —le recordó—. Nueve años de dolor provocado por mi familia.

—La familia Payne —corrigió.

Los bordes de los labios del castaño cayeron un poco—. Soy un Payne.

Zayn sonrió un poco—. No eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas. ¿Y qué quiere decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo, ni semblante ni pedazo alguno de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo. De igual suerte, mi querido Romeo, aunque tuviese otro nombre, conservaría todas las buenas cualidades de su alma, que no le vienen por herencia.

Una curva se formó en el borde de su boca—. ¿Acudiendo a los clasicos, amor?

—"Romeo y Julieta" parecen tener buenos argumentos a veces. —se encogió suavemente de hombros—. El hecho es, que tener el apellido Payne, no te hace uno de ellos, Liam, por lo que no tienes que pedir perdón por sus errores.

—Soy su hijo, me siento en la obligación moral de hacerlo.

Terminando de limpiar la herida en el labio, deshechó el algodón antes de alejarse para llenar una bolsa de hielo y pensar una respuesta definitiva—. Entiendo tu necesidad —cedió—. Pero tu no eres quién debe disculparse, tu no hiciste nada.

—Ellos no pedirán perdón —hizo una mueca cuando colocó el objeto frío contra su mejilla golpeada.

—No lo harán, lo sé, y no lo necesito —sonrió suavemente cuando las manos del castaño volvieron a aferrarse a su cuerpo—. Tu no fuiste quién me hizo sufrir estos últimos nueve años —le recordó suavemente—. Lo que tu me diste fue: un montón de nauseas matutinas, jodidos dolores de cabeza, muchas siestas improvisadas en lugares para nada cómodos cuando la somnolencia atacaba y dos pequeños pares de pies que se turnaban para patear mi vejiga en los momentos menos apropiados.

Tu mirada en mi |ZIAM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora