Una oferta que no puedes rechazar

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Había acabado de leer en un evento de poesía en la zona céntrica de la ciudad. Era un estacionamiento que ahora se encontraba hasta el culo de gente. El evento continuaba con un par de lectores más, pero nadie me cautivaba. Cuando salí por la parte trasera, fui a fumarme mi cigarrillo bajo un poste de luz. Un tipo alto de chaqueta de cuero se acercó a hablarme, mientras mi encendedor truqueado desprendía una llama que casi quema mis cejas:

- Maldito hijo de puta, eres bueno. Eres muy bueno.

- Escribo en el tren. Escribo la mayoría de las veces sentado mientras viajo. A veces voy parado, pero igual lo hago. Igual escribo como los mil y un demonios.

- Es cierto, cabrón. Tus versos hicieron llorar a más de un hombre.

- No era la intención.

- Conozco tu obra, tus libros los tengo todos.

- Tengo tres publicados.

- Y yo tengo los tres. Mi favorito es La gota que vació el vaso. Un lujo.

- Pues gracias, lo hago sin querer.

- Mi nombre es Miguel.

- Te felicito; me vale verga.

- Quiero invitarte unas cervezas y contarte de algo que puede interesarte.

- Mira -ya había olvidado su nombre- viejo, la cosa es así...

Di una larga pitada a mi cigarrillo. Este sujeto se me estaba tirando encima, me estaba comiendo la oreja. No puede importarme menos lo que tiene para decir. Quiero decir que me importa menos que una mierda. Su voz ya me estaba consumiendo, pobre de su mujer que lo escucha todos los días.

- ...no tengo tiempo para esto. No quiero cogerte y tampoco quiero que me cojas. Si es para invertir dinero, no tengo nada. Si es algún mensaje de dios, tengo el buzón lleno.

- Conozco unas mujeres que se encuentras locas por ti. Podríamos ir a visitarlas.

Ahora estábamos hablando el mismo idioma.

- MujereS. ¿En plural?

- Tres de ellas, hombre.

- ¿Y qué mierdas quieres a cambio? Si buscas dinero ya te dije que no tengo.

- No, no es eso.

Y la multitud abandonaba el evento. Se venían a mí para saludarme. "Eres bueno, Otto. Eres muy bueno", "EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS, OTTO", "Gracias por tanto, gordo hijo de puta". Gracias, gracias a todos y a todas. Ahora déjenme en paz, que quiero cogerme a tres mujeres a la vez. Espero que este sujeto no me esté jugando un truco.

- Ten mi número. No te tardes en escribirme. Voy a dar unas vueltas por la ciudad. -me dijo, y me extendió una tarjeta.

- Sí, hombre. Ahora te llamo.

Y él y su chaqueta de cuero se fueron alejando, hasta entrar a un Volkswagen gris.

Era una buena oferta, pero el sujeto no daba de fiar. Algo raro se traía en manos. Miré su tarjeta: "Miguel Bladimir Zac. Martillero público.583-455508" ¿Qué estará tramando este tipo? No tenía tiempo para descifrarlo. Guardé su tarjeta en mi bolsillo derecho y fui para adentro del evento, donde iban a darme dinero por mi lectura. Algo simbólico, pero qué más da. Ya estaba lanzado a esto. Lo hacía por amor, la mayoría de las veces. Escribía poemas con los nombres de las mujeres que me pensaba arrebatar, y los iba decorando con algo de penas y alegrías. Y luego algo de acción, le daba subidas y bajadas constantes, y el público me miraba con los ojos hechos agua. Yo miraba a las mujeres desde el escenario y las imaginaba sin ropa. Ya saben, para no ponerme nervioso. Recitaba versos del estilo

"Tengo un candado en el corazón
y la llave la guardo en mis pantalones.
Ella siempre será mi nena.
La paso a buscar de la comisaría,
y vamos de la mano a jugar al parque.
Ella suda mientras está encima
y sus gotas me empapan el rostro.
Ella siempre será mi nena.
Yo siempre seré su carcelero.
Me esconde la llave de mi corazón en su boca
Y yo le escondo la llave de su celda en mía.
Sabe que estoy en fuga pero, qué puedo decirte?
Nos gusta fingir
que somos más que sólo presos."

lista para el comportamiento de una nena buena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora