Cap: 6💘

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Cómo había dicho anteriormente; la jaqueca es una mierda comparado con cualquier dolor normal.

Está era una de las tantas razones por la cuál odio el alcohol. Oh bueno, no lo odio pero si que me repugna a veces.

La sensación de que todo está increíble al comienzo de beberla te hace adictivo a ella, pero después del mareo rico venía el infierno tras la botella.

Me levanté muy a mi pesar de la cama. Solía decir que empezar con el pie derecho la mañana hacia que todo se volviera mucho mejor pero hoy amanecí con el izquierdo. Y en éste momento solo quiero lanzarme de cabeza por la ventana y tratar de quitar esas punzadas de mi cabeza.

Aunque si me lanzará probablemente terminaría con un dolor en la costilla y el tobillo dislocado, y todo sería peor.

Salí de la habitación sin sepillarme los dientes. Quería hacer el jugo para la resaca antes de ducharme y así beberlo a penas lo terminé.

Escuché unos cuantos susurros y carcajadas en la planta baja. Rodé los ojos al recordar que podría tratarse de Yiel y mamá. Ambas solían estar tan apegadas la una a la otra casi todo el tiempo.

Aún no me acostumbraba a tenerla en casa, y pese a que ahora se quedaría a vivir con nosotros, tenía que empezar a acostumbrarme de ésto todas las mañanas. Era molestó verla tan integrada en la familia después de desaparecer por tres años sin si quiera responder o leer uno de los tantos mensajes que solíamos enviarle al mes. Y creo que, hasta la fecha, mamá suele hacerlo.

Al menos antes de su llegada.

—... si, y tenías que ver cuándo dijo su primera palabra... —murmuró mamá. Yo me quedé quieta en mitad de las escaleras—... todos nos reíamos cuando dijo «Yaulle».

Comenzaron a reírse y no pude evitar preguntarme quién era. No podía ser Yiel solamente, ya que ella se sabía ese cuento. Así que tendría que ser alguna persona que no me conociera bien.

¿Quién era?

Cómo si la respuesta fuera dada por el destino, esa persona habló;

—¿Y que significaba?—abrí los ojos de par a par al escuchar esa voz tan conocida.

¡Oh mierda!

—Oh, pues... solo ella sabe que significa —respondió mamá—. Ella aún no nos ha dicho que significa, pero si se acuerda de el porque solía decirlo.

Di dos pasos hacia atrás para no hacer ruido. Necesitaba salir de ahí lo antes posible.

Mala suerte la mía.

—¿Estás ahí, cariño?—preguntó mamá. Imagino que abra escuchado cuándo resbalé un escalón y me caí de culo.

Vi como una sombra se asomaba por el humbral que daba del salón a la cocina, luego tres cabezas se asomaron sobresalieron de esta. La primera era Yiel; iba con un vestido floreado color salmón que era acampanado y tenía un par de rosas. Su cabello estaba en una coleta alta y calzaba unas zapatillas blancas.

Mamá tenía unos pantalones de andar y una camiseta blanca mangas largas. Justo la que solía utilizar para ir a trabajar. Imagino que ya se iría.

Y la tercera cabeza...

La tercera persona no se trataba de nada más y nada menos que Shanne.

¿Qué hacía él en mi casa? Ni idea. Y tampoco pensaba saberlo.

Me levanté con cuidado y me sobe la nuca con vergüenza. Después de todo, me había caído por estúpida.

—¿Estás bien Yael?—preguntó Yiel. Obviamente la ignore e hice como si me estuviera limpiando la franela.

Cuánto Cliché ¿No? 💘 [En Curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora