6. Los hijos de Gea

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🍒Lisa🍒

La verdad está escondida en tus ojos
y está colgando en tu lengua
hirviendo en mi sangre

Decode - Paramore

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11 de diciembre de 2022, en la enfermería.

Un dolor agudo y punzante invadió mi cabeza cuando intenté volver a un estado de consciencia. Quería abrir los ojos, mi cuerpo no me respondía. Estaba agotada física y mentalmente después de haber superado con creces todos las capacidades de las que disponía. Aun así, algo en mi interior no me permitía descansar. 

Una sensación de tristeza se había instalado en mi interior al ver a Hal y Jeremy allí, una sensación que me mantenía entre el mundo de los sueños y la vida real.

Intenté moverme, incapaz de abrir los ojos, y fui consciente de las mantas que me cubrían y del cómodo colchón sobre el que reposaba mi espalda. Alguien me había llevado a una cama y ese conocimiento me hizo sentir más inquieta de lo que ya estaba. Con una fuerza que nos sabía que tenía, intenté incorporarme.

—¡Oye! ¡Cuidado!

Sentí un par de manos frías sobre mis hombros, y a pesar del escalofrío inicial, agradecí poder encontrar un punto de equilibrio. Estaba tan mareada como antes y no podía mantener mis ojos abiertos.

—¿Necesitas tomar tu medicación?—La voz de las manos frías resonó en mi oído, era suave y colorida, no la reconocía. Levanté las manos despacio hasta tocar sus brazos y apretarlos, no sabía de qué otra forma podía comunicarme. Fuese quien fuese, no debía ser alguien peligroso si estaba intentando ayudarme. —¿No puedes hablar?.... mierda... ese idiota de Min dijo algo de unas pastillas... ¿Qué se supone que debo hacer? Siempre me dejan las cosas de la enfermería a mí, y ni siquiera tengo idea de medicina...

Me apoyó contra el cabecero de la cama para mantenerme sentada y se alejó. Ya no podía sentir sus manos frías ni vislumbrar su sombra. Un par de segundos después, sentí algo frío contra mis labios.

—¿Puedes beber? Es agua y sales minerales, debería ayudarte.

Abrí la boca y el líquido entró lo suficientemente despacio para permitirme tragar la cantidad necesaria, sabía un poco a naranja. Descubrí que tenía mucha sed, así que bebí hasta terminarme el vaso.

—¿Mejor? Se supone que es bueno.

—Si... —Dije, con un hilo de voz. Me estaba recuperando de la sequedad que tenía en la garganta. Parpadeé y vislumbré el vaso ya vacío, sujetado por una mano de piel morena, con una manicura perfectamente cuidada en amarillo fosforito. Solo necesité un latido de corazón para reconocerla. —¿Moon? ¿Eres Moon?

Me obligué a abrir los ojos, ignorando el ardor y el cansancio que me limitaba. Delante de mí estaba ni más ni menos que Moon, de pie, con su melena negra recogida en una coleta y vistiendo un chándal negro con tanto estilo que parecía salir de un anuncio de zapatillas de deporte. Sujetaba el vaso que acababa de beberme como si la situación en la que nos encontrábamos fuese lo más normal del mundo. A pesar del estrés que había notado en su voz, parecía muy tranquila.

—¿Me conoces? ¿Min te ha hablado de mí? Vaya, me siento emocionada —Dijo, en un tono de voz nada emocionado, cruzándose de brazos. No me molesté en corregirla. —Encantada y todo ese rollo, ahora responde a mi pregunta ¿Necesitas tomarte tu medicación?

Tristes Héroes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora