DE REGRESO

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Le pesaba todo el cuerpo, y le era casi imposible abrir los ojos, sintió una fría mano que le acariciaba la mejilla para luego quitarle el cabello de la cara. Tanteó en la mesita de noche y se colocó los lentes.

- Buenos días, Harry -saludó con voz cálida el rubio.

- Buenos días, Dragon... -el contraste con su voz era notorio, sentía la garganta seca y su tono era mas grave de lo normal.

- Pensé que no querrías salir así que conseguí el desayuno -sonrió dulcemente señalando una pequeña mesa en la esquina de su habitación.

- Gracias -respondió el moreno sonriendo de lado. Mientras en su mente pasaban lentamente lo sucedido la noche anterior.

- Te llegó esto hace unos minutos -añadió entregándole una carta de Dumbledore- quiere que vayas a verlo después de desayunar... -explicó.

El moreno asintió y después de desayunar se dirigió a la oficina del director, seguido de Draco, quien permanecía junto en cada momento.

Lo peor fue, tal vez, el encuentro con los Diggory que tuvo lugar aquella mañana siguiente. No lo culparon de lo ocurrido. Por el contrario, ambos le agradecieron que les hubiera llevado el cuerpo de su hijo. Durante toda la conversación, el señor Diggory no dejó de sollozar. La pena de la señora Diggory era mayor de la que se puede expresar llorando.

- Sufrió muy poco, entonces —musitó ella, cuando Harry le explicó cómo había muerto—. Y, al fin y al cabo, Amos... murió justo después de ganar el Torneo. Tuvo que sentirse feliz.

Al levantarse, ella miró a Harry y le dijo:

- Ahora cuídate tú.

Harry cogió la bolsa de oro de la mesita.

- Tomen esto —le dijo a la señora Diggory—. Tendría que haber sido para Cedric: llegó el primero. Cójanlo...

Pero ella lo rechazó.

- No, es tuyo. Nosotros no podríamos... Quédate con él.

El moreno no pudo más que asentir.

- Tenemos que irnos, dijo el señor Diggory, Draco Salúdame a tu padre- éste asintió.

Dumbledore se había dirigido a todo el colegio. Simplemente les había pedido que dejaran a Harry tranquilo, que nadie le hiciera preguntas ni lo forzara a contar la historia de lo ocurrido en el laberinto. Él notó que la mayor parte de sus compañeros se apartaban al cruzarse con él por los corredores, y que evitaban su mirada. Al Pasar, algunos cuchicheaban tapándose la boca con la mano. Le pareció que muchos habían dado crédito al artículo de Rita Skeeter sobre lo trastornado y posiblemente peligroso que era. Tal vez formularan sus propias teorías sobre la manera en que Cedric había muerto. Se dio cuenta de que no le preocupaba demasiado.

- Quisiera que vinieras conmigo -dijo Draco aquella noche, mientras abrazaba a Harry, y sintió como Harry se tensaba ante la idea, y supo que era por su padre. -Te voy a extrañar -cambió de tema.

- También yo... -susurró el moreno- no quiero ir con mis tíos...

- Lo se... lo bueno es que tu primo se alejará en cuanto te vea... -Harry asintió- ¿Por qué no te quedas con los Weasley?

- La señora Weasley y Ron fueron a preguntarle a Dumbledore si podía ir directamente este verano con ellos —dijo—. Pero él quiere que vuelva con los Dursley, por lo menos al principio.

- ¿Por qué? —preguntó Draco.

- Dijo que tiene sus motivos —explicó encogiéndose de hombros.

My one and onlyWhere stories live. Discover now