Enfermería, fiesta y despedidas

81 8 0
                                    


Algo dorado brillaba justo encima de él. ¡La snitch! Trató de atraparla, pero sus brazos eran muy pesados. Pestañeó, no era la snitch, eran un par de gafas, pestañeó otra vez, el rostro sonriente de Albus Dumbledore se agitaba ante él.

- Buenas tardes, Harry —dijo Dumbledore.

Harry lo miró asombrado. Entonces recordó.

- ¡Señor! ¡La Piedra! ¡Era Quirrell! ¡Él tiene la Piedra! Señor, rápido...

- Cálmate muchacho, estás un poco atrasado —dijo Dumbledore—. Quirrell no tiene la Piedra.

- ¿Entonces quién la tiene? ¡Draco! ¿Cómo esta Draco?

- Harry, por favor, cálmate, o la señora Pomfrey me echará de aquí. El joven Draco está bien...

Harry tragó y miró alrededor. Se dio cuenta de que debía de estar en la enfermería. Estaba acostado en una cama, con sábanas blancas de hilo, y cerca había una mesa, con una enorme cantidad de paquetes, que parecían la mitad de la tienda de golosinas

- Regalos de tus amigos y admiradores —dijo Dumbledore, radiante— Lo que sucedió en las mazmorras entre tú, Draco y el profesor Quirrell es completamente secreto, así que, naturalmente, todo el colegio lo sabe, bueno, excepto la parte de Draco, eso sí se ha quedado en secreto. Creo que tus amigos, los señores Fred y George Weasley, son responsables de tratar de enviarte un inodoro. No dudo que pensaron que eso te divertiría. Sin embargo, la señora Pomfrey consideró que no era muy higiénico y lo confiscó.

- ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?

- Tres días. El señor Ronald Weasley y la señorita Granger estarán muy aliviados al saber que has recuperado el conocimiento, en especial Draco, ha estado sumamente preocupado.

- Pero señor, la Piedra...

- Veo que no quieres que te distraiga, muy bien, la Piedra, el profesor Quirrell no se la pudo quitar a Draco. No llegué a tiempo para evitarlo, pero tú te encargaste muy bien.

- ¿Usted llegó? ¿Recibió la lechuza que envió Hermione?

- Nos debimos cruzar en el aire. En cuanto llegué a Londres, me di cuenta de que el lugar en donde debía estar era el que había dejado. Llegué justo cuando Draco intentaba sacarte de ahí. El esfuerzo casi te mata. Durante un terrible momento tuve miedo de que fuera así. En lo que se refiere a la Piedra, fue destruida.

- ¿Destruida? —dijo Harry sin entender—. Pero su amigo... Nicolás Flamel...

- ¡Oh, sabes lo de Nicolás! —dijo contento Dumbledore— Hiciste bien los deberes, ¿no es cierto? Bien, Nicolás y yo tuvimos una pequeña charla y estuvimos de acuerdo en que era lo mejor.

- Pero eso significa que él y su mujer van a morir, ¿no?

- Tienen suficiente Elixir guardado para poner sus asuntos en orden y luego, sí, van a morir.

Dumbledore sonrió ante la expresión de desconcierto que se veía en el rostro de Harry.

- Para alguien tan joven como tú, estoy seguro de que parecerá increíble, pero para Nicolás y Perenela será realmente como irse a la cama, después de un día muy, muy largo. Después de todo, para una mente bien organizada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura. Sabes, la Piedra no era realmente algo tan maravilloso. ¡Todo el dinero y la vida que uno pueda desear! Las dos cosas que la mayor parte de los seres humanos elegirían... El problema es que los humanos tienen el don de elegir precisamente las cosas que son peores para ellos.

My one and onlyWhere stories live. Discover now