54

547 90 172
                                    

18 días después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

18 días después.

03 de octubre de 2011


Las miradas de Willy y Manuel volvieron a encontrarse.

El dirigente de la DEA había trasladado al líder del cartel del norte a una de las casas de seguridad que la agencia anti drogas estadunidense tenía en la capital de México. Con toda intención, Willy dejó a Manuel amarrado de pies y manos y tirado el suelo de la sala por más de dieciséis horas en completa soledad.

Cuando Willy llegó a la casa de seguridad se encontró con un Manuel Arriaga dormido, con toda la saña que en esos momentos lo dominaba, el dirigente de la DEA despertó a Manuel con una contundente patada en el estómago. El líder del cartel del norte abrió los ojos, sobresaltado, y soltó un quejido ahogado por el sofocón que el golpe le provocó.

—Buenos días, princesa, ¿qué tal dormiste? —lo cuestionó Willy, burlesco.

Manuel permanecía hecho bola en el suelo en un intento de recuperar el aliento.

Willy sacó la cajetilla de cigarros que llevaba en la chamarra negra de piel y encendió uno en parsimonia, luego caminó despacio alrededor de Manuel. El líder del cartel del norte enderezó la mirada con la intención de encontrarse con los ojos de Willy, cuando lo logró le dedicó una mirada lapidaria para después carcajearse como un desquiciado, escupió un cuajarón de sangre a la pulcra bota del dirigente de la DEA, a través de su cinismo, Manuel intentaba preservar su orgullo.

Una discreta sonrisa curvó los labios de Willy, luego, con más ira que la primera vez, volvió a estampar la punta de su bota contra el estómago de Manuel y utilizó la camisa que el mayor de los Arriaga llevaba puesta para limpiarse la sangre. Una vez más, Manuel se hizo bola en el suelo y soltó un gemido ahogado, sin embargo, para quebrantarlo, Willy necesitaría más que dos patadas, el líder del cartel del norte volvió a sonreír.

—Ay, Manuelito, no te preocupes que esto es solo el comienzo —amenazó Willy y también sonrió—, yo voy a encargarme de que esa sonrisita pendeja se te borre del rostro, te lo prometo.

Una mujer que era parte de los elementos de Willy abrió la puerta y con una señal le pidió que se acercara, Willy asintió y le lanzó una mirada de advertencia a Manuel, luego se dio la vuelta para atender el llamado de la mujer en el pasillo.

—¿Qué sucede? —cuestionó Willy.

—En la capital han sucedido varias cosas —informó la mujer—, en Paseo de Reforma hubo un tiroteo que dejó a varios hombres muertos y a otros cuentos heridos, todos de nacionalidad estadunidense, y en un hospital cercano un chico, del que se desconoce su identidad pero que se sabe es extranjero y que fue atropellado al mediodía, fue raptado del hospital; según los informes los responsables del tiroteo y del rapto viajaban en patrullas de la policía federal mexicana.

Trilogía Amor y Muerte ll: El Hijo DesgraciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora