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68 días antes

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68 días antes.

20 de julio de 2011


Emiliano se removía de un lado a otro en el pequeño colchón en el que dormía cada vez que estaba de visita en la sede central de la DEA. Esa madrugada el motivo de su insomnio eran Karla y Sebastián, durante el último mes sintió que algo en ellos cambió; aunque complicado por el tiempo y la distancia que a veces debían sobrellevar, su relación con Karla iba viento en popa, desde que dejaron a un lado los miedos e inseguridades y decidieron aceptar sus sentimientos, sus vidas dieron un vuelco que los llevó hacia un refugio, ambos se convirtieron en el lugar seguro del otro, ese sitio en el que podían olvidarse de la guerra, de la violencia y de la muerte que a diario imperaba en sus vidas; cada vez que Karla y Emiliano se encontraban hacían el amor en un silencio que no era incómodo, al contrario, era un silencio conciliador en el que los disparos dejaban de sonar para ser cambiados por sus respiraciones contenidas, entrecortadas, liberadoras. Hacer el amor y luego dormir abrazados hasta que la siniestra realidad volvía a arrastrarlos a su podredumbre, se convirtió en el momento de añoranza de Emiliano, ese por el que aceptaba que las treguas no eran eternas y volvía a ponerse de pie para luchar.

Respecto a Sebastián, aunque de forma distinta a Karla, también se convirtió en un lugar seguro para Emiliano, cada vez que se veían estaban obligados a hablar sobre la guerra, sobre la violencia, sobre las muertes y sobre sus luchas para salir abantes de esa putrefacción alrededor de sus vidas; sin embargo, para Emiliano, hablar de ello con Sebastián era esperanzador. Ambos habían llegado a un punto en común en el que veían las batallas y sus consecuencias con los mismos ojos, afrontaban la situación con el mismo ímpetu y su objetividad al momento de analizar las perspectivas y formas era compatible. A Emiliano no le gustaba hacer comparaciones, pero de forma inevitable sentía que en Sebastián había encontrado a ese Salvador con el que, en el pasado, hizo un equipo extraordinario.

Y era justo por ello que el insomnio se apoderó de Emiliano esa madrugada pues a pesar de que en Karla y en Sebastián veía no solo a sus más fieles aliados, sino también a una familia por la que luchar, las últimas semanas sentía que algo sucedía, algo a lo que no podía ponerle nombre: Karla seguía siendo su refugio, Sebastián su dupla ideal, sin embargo un extraño sentimiento invadía el pecho de Emiliano cada vez que pensaba en ellos. Desde que les encomendó la misión de investigar e inmiscuirse en la vida de Alexander Murphy, una extraña brecha comenzó a surgir entre ellos, no sabía cómo ni por qué, pero el embajador estadunidense había influido en las vidas de sus amigos.

Desesperado, Emiliano se dio por vencido en su lucha por conciliar el sueño, se colocó la almohada en la nuca, cruzó los brazos y perdió su mirada en la oscuridad de la habitación y luego dejó que su mente divagara en sus pensamientos; él fue quien propició que Karla y Sebastián se acercaran a ese hombre, Alexander seguía siendo un enigma para él a pesar de que tanto Karla como Sebastián le aseguraban que no debía preocuparse por Alexander, que al acercarse a él encontraron a un aliado, incluso ambos le entregaron informes detallados sobre la vida del embajador, pero Emiliano estaba seguro de que no se lo contaron todo, ¿quién era Alexander y qué representaba para que incluso sus más fieles aliados se atrevieran a mentirle?, se preguntaba Emiliano, a como diera lugar tenía que encontrar esa respuesta.

Trilogía Amor y Muerte ll: El Hijo DesgraciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora