Golpeó la punta superior del lápiz contra la hoja.
—Vamos, debe haber algún animal que represente el romance —murmuró con los ojos puestos en el atardecer.
—¿Otra vez hablando sola? —la sola melodía de la voz del pelirrojo, ocasionó que Julie se sobresaltará.
Como una completa ingenua alzó la mirada, imaginando que él estaría allí como todas las tardes.
—Supongamos que la respuesta es sí —se respondió el muchacho.
Los labios de la joven se aplanarón.
—¿Es imaginación mía o me estás evitando? —su pregunta la tomó desprevenida y con sorpresa en un mal movimiento, chocó con las manos con el porta lápices haciendo escándalo —Se perfectamente que te encuentras allí, chica de los lamentos.
En lugar de levantar los útiles del suelo, soltó inmediatamente los que había logrado tomar.
—¿Qué sucedió? —preguntó el joven con notable preocupación en su voz —¿Dije algo que te desagrado u molesto? —sus cejas se fruncieron.
Como respuesta, la joven negó con la cabeza. Pero era en vano, él no podía verla.
—¿Fue tu ex, que te hizo algo?
La mención de Braulio, la hizo querer reír. Pues tenía la suerte de que él, haya quedado en ridículo por su novia, al ser engañado en pleno campus de la universidad. Al final lo que se soltaba regresaba. Y a él, le regreso en gran manera el engaño que le produjo a la castaña.
—¿Te fue mal en algún exámen? —preguntó como última alternativa —Eso siempre me podía de mal humor, lo único que lo quitaba era la comida.
Una carcajada fue ahogada por Julie.
En su caso solo era pintar, para ella sacar un mal puntaje en el exámen era símbolo de un triste retrato pintado con acrílico blanco y negro sobre un fino lienzo.
Por alguna razón esos cuadros eran los mejores, y más admirados por el público que las veía exhibidas en las diferentes redes sociales. Los comentarios que recibía eran, que llegaban a trasmitir algo más que un sentimiento, y para ser concretos, esa era lo que ella quería transmitir en cada obra que realizaba.
—Creo que no le acerte en ninguna de mis preguntas —soltó una carcajada —soy pésimo en esto, lo reconozco —admitió alzando las manos —Mi sobrinito Ted, es más eficaz en las acertadas que yo, por eso siempre pierdo —negó con dolor —¡Y eso solo que tiene cinco años!
Una fría brisa llego acariciando sus desnudos hombros, Julie se abrazó, buscando que su cuerpo entre en calor.
—Creo que está noche hará frío —admitió el pelirrojo al sentir la misma brisa —¿Qué dices, chica de los lamentos? —ella no respondió y él continúo —Bueno, quizás ya te aburrirte de este, chusmeador de balcones.
La simple y significativa última oración produjo que los párpados de Julie se abrieran instantáneamente. La única afectada no fue ella.
Por el otro balcón, Benjamín sintió su pecho comprimirse al pronunciar esas agrias palabras.
Julie, negó repentinas veces con la cabeza.
No, no, jamás lo haría —dijo entre sí, para que él la pudiera escuchar. Sin embargo, ella solo lo pensó, y él no escuchó más que el espeluznante silencio.
Por otro lado, Benjamín se tambaleó en sus pies esperando con ansias la respuesta. No obstante, al no escuchar lo que deseaba, se rindió.
—Buenas noches, chica de los lamentos —saludo con una triste sonrisa.
Julie, aplano los labios dudosa de hacerlo. Y finalmente luego de abrir y cerrar la boca reiteradas veces, lo hizo.
—Buenas noches, chusmeador admitente de los balcones —devolvió el saludo.
¡Listo, ya no hay vuelta atrás! —se ánimo —lo hecho, hecho está.
No pasaron muchos segundos, para que el pelirrojo pudiera sonreír de oreja a oreja, feliz de que ella al fin le respondiera.
—¡Respondiste! —exclamó con un tono de felicidad —¡Estás allí, no te fuiste!
Benjamín, sostuvo su pecho lleno de alegría. Luego de tantos días sin escuchar su voz, ahora lo hacía. Ese, era un motivo suficiente para poder estar más que feliz.
Julie, sonrió sin saber el motivo.
Hace días que le hablaba y al final le había respuesto un saludo, eso fue un avance demasiado rápido.
Ambos en sus balcónes, sonrieron embobados. Hasta que Julie, recordó lo último que dijo Ben.
—Yo siempre estuve aquí —respondió segura agarrando con fuerza el barandal.
—Pero yo no te ví —pronunció el muchacho con amargura.
La castaña bajo la mirada a la hoja en blanco, la inspiración estaba regresando y el sol se había ocultado.
Un hermoso paisaje que se debe reflejar en una pintura —pensó antes de responder.
—Pero yo te escuché, todos los días.
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Tardes de Otoño © |Completa|
Short StoryTodo comenzó en la primera tarde otoñal, para luego volverse una rutina de todos los días. Volver al mismo lugar, el balcón de sus respectivos departamentos, ese era el lugar de la primera vez que ambos compartieron las tardes de otoño. Autora -Tina...