• C U A T R O •

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La puerta fue cerrada con fuerza, Julie estaba decidida hacerlo.

Sus pies se arrastraron al balcón, abrío el gran ventanal aspirando el aire cálido otoñal.

Hoy el cielo no pintaba un hermoso paisaje, estaba nublado como los últimos días de la semana.

—Sucedió, sucedió de nuevo —comenzó a desahogarse mientras se apoyaba en la pared pintoresca y dejaba su cuerpo resbalar por ella hasta caer sentada en el frío cerámico —pense, pensé que lo que dijo aquel día era una mentira, en el fondo lo pensé, lo espere. Pero no, no sucedió —se lamento apoyando la cabeza en las rodillas.

Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla, había esperado todo el día para llegar a su casa y liberarse.

Con paciencia esperó su respuesta, pero nada llego.

—¿Los hombres tienen sentimientos? —pregunto esperando que responda —porque cada vez que todo parece perfecto, irrumpen en ese momento y lo arruinan todo —sorbio su nariz.

De nuevo el silencio fue la respuesta vacía que recibió.

—Prefiero la risa o una burla antes que el silencio —afirmó dejando caer otro par de lágrimas —Antes que contestarás mis lamentos, era consolador escuchar la tranquilidad ser mí consuelo —sonrió con tristeza al recordar aquellos días.

Su madre siempre decía que las tristezas se las llevaba el viento, por eso era bueno decirle al silencio y él las llevaría lejos.

Un leve movimiento se hizo presente en el balcón de arriba sin que Julie lo notara.
Benjamín solo sonrió con tristeza buscando alguna señal de la chica de los lamentos.

—Hace días que hablamos por primera vez y no puedo evitar querer un oído para poder sacar todo lo que he pasado en la jornada —continúo hablando en busca de respuesta.

Del otro lado, Ben dibujo una sonrisa en sus labios.

Julie suspiro al pasar los segundos y no obtenerla.

—Creo que por primera vez estoy hablando con una persona de carne y hueso —soltó una risa entre las lágrimas —bueno, al menos pienso que eres humano, espero que no seas un robot o un fantasma u algo semejante.

El pelirrojo, quiso soltar una carcajada, por semejante deducción de la muchacha del balcón de abajo. Aún así se contubo se hacerlo cubriendo sus boca con las manos.

La castaña jugó con las manos nerviosa.

—Cuando preguntaste si ocurrio algo interesante en mi vida, pues no, esa es la respuesta —soltó con sinceridad luego de evaluar las posibles de decirle. —No existió nada interesante, solo lamentos de las heridas que no puedo evitar recordar, son constantes cicatrices en mi memoria.

Ambos aplanaron los labios y negaron con tristeza.

—Espero con ansías ser la misma de hace dos años atrás, sonreír y poder hablar con claridad. Sin embargo, soy lo opuesto. Me he convertido en lo que no espere hacerlo. —Apoyo la cabeza en la pared cerrando los ojos.

La noche se estaba asomando, los faroles comenzaron a encenderce y ellos no parecían querer dejar al otro.

Julie, sonrio levemente, y se dispuso a levantar del suelo, al mismo tiempo se escuchó un movimiento de sillas en el balcón de arriba.

No hay vuelta atrás —pensó Ben, listo para hablar.

—Todos tenemos cicatrices, chica de los lamentos —fue lo último que la jovencita escuchó junto al sonido de la puerta de arriba cerrarse.

Tardes de Otoño © |Completa| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora