CAPITULO 1

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Londres, Inglaterra; 14 de Octubre del 2.013

Él se encontraba con muchos trabajos ese día. Era el principio de la semana y comenzaba con la tortura de nuevo. Trabajo, trabajo, y más trabajo. Su vida giraba en torno a eso, ya que no la tenía a ella a su lado. Zoey. Cada día que pasaba se sentía más perdido que antes, ella había significado tanto para él, que saber que ya no formaba parte de su vida lo destrozaba por dentro.

Tenía tantas citas ese día, personas que lo visitaban por chequeos o estudios de rutina. Suspiró frustrado.

-Doctor.. -alzó la mirada para ver a la enfermera Smith con algunas fichas.

-¿Si?

-Estas acaban de ser ingresadas, algunas solo necesitan un control. Pero esta -le entrego una ficha- esta es nueva, dicen que necesitan a un Ginecólogo -el frunció el ceño.

-¿Por qué no se lo envías al doctor Gardner?

-Es que necesita que primero se llene la ficha con los estudios de siempre, ya sabes que a él no le gusta ese procedimiento.

-Está bien. La tomaré -colocó sobre las demás fichas que debía de atender. -¿Algo más?

-No doctor, eso es todo.

-Gracias Lucía. -le sonrió.

***

-Helena, tranquila -le sonrió- todo saldrá bien, ya verás que se podrá arreglar todo este asunto.

-Eso espero -dijo algo incomoda y se removió en su asiento.

-Me alegra que hayas querido acompañarme, sabes que lo que más deseo es un nieto.

-Lo sé.

No sabía que decirle a la señora Cleaver. Ella había sido tan amable con ella desde que había quedado huérfana y la había cuidado. Había sido tan amable en no dejarla tirada en la calle.

Se había casado con su hijo porque ese era el sueño de ella, y por sobre todo ahora quería un nieto. Un nieto que nunca podría darle, pensó con amargura. No era que no le gustasen los niños, al contrario, le encantaban. El problema más bien radicaba en que ella no tenía relaciones con su hijo y no lo tendría nunca. Él simplemente era un amigo suyo, solo estaban casados para que la pobre mujer pudiese morir en paz.

Era algo un poco triviado, pero lo habían hecho. Qué más daba cumplir su último deseo antes de que muriese. No era tan grande el sacrificio ya que quería a Raúl, no como a un esposo o a un novio, pero si como a un hermano, un amigo. Y no se le hacía tan difícil vivir juntos por unos meses.

Ahora solo era cuestión de ver al famoso doctor para luego concertar una cita privada con él. Necesitaba que cuando volviese a visitarlo con su suegra el simplemente no dijese nada que la comprometiera o que le diga lo que realmente estaba sucediendo. Cualquier doctor se daría cuenta con tan solo ver los resultados, pensó tensa. La examinaría a fondo de eso no cabía duda.

-Ya puede pasar señora Cleaver. -le dijo una enfermera quitándole de sus pensamientos.

Entró más nerviosa que nunca, pero trató de ocultar sus emociones. No le convenía tener un ataque de nervios en esos momentos o algo incluso mucho peor. Su ataque de asma. ¡Qué vergüenza!

Mientras Elizabeth saludaba al doctor que se encontraba sentado detrás de un escritorio, Helena se quedo impactada. Aquel doctor era realmente hermoso, pensó. Era sexy, atractivo y parecía muy, muy nerd. A ella le encantaban los nerds. ¿Pero qué mierda estas pensando?, se cuestionó. Estás casada. Pero solo de momento, se volvió a repetir. Solo hasta que Elizabeth Cleaver muera y ella pudiera ser libre.

-Helena, Helena ven siéntate.. -le dijo Elizabeth con el ceño fruncido. Ella se sonrojó y se acercó algo incómoda.

-Perdón, me estaba acordando de algo.

-Soy el Doctor Shawn Rowland -se presentó.

-Mucho gusto. Yo soy..

-Eres Helena Cleaver -dijo él con los ojos entrecerrados mirando la ficha.

-Amm, si..- se removió en su asiento incómoda.

La habitación se sumió en un tenso silencio. Helena Cleaver. No podía ser la misma persona o ¿sí? Levantó la vista y la examino en cada ángulo. Era la misma de la foto que había visto por internet, estaba sin maquillaje, pero sí. Era ella. Era la misma mujer que le había arruinado la vida. Aquella que había humillado a Zoey junto con su querido esposo. Se reprimió las ganas de querer ahorcarla en esos momentos. No era un lugar adecuado. Y de seguro iría preso sin antes poder vengarse de ambos. De esa mujer y de su querido esposo. Le daba asco la clase de personas que eran.

-Doctor ¿está bien? -le pregunto la señora que la acompañaba.

-Sí, perdón -miró la ficha tratando de calmarse, necesitaba estar tranquilo para no arruinar su plan. Ahora que la había encontrado podía hacer justicia. Justicia para Zoey.- Veo que aquí están todos tus datos -dijo apenas. Se aclaró la garganta- ¿Para qué específicamente deseas consultar con un ginecólogo? - preguntó.

-Es que no pueden darme nietos. -se entrometió la señora interrumpiendo a Helena. Él la miró atento, aquella información era interesante. ¿Quién no podía tener hijos? ¿Él o ella? -Mi hijo se ha hecho unos exámenes, lo he acompañado yo misma. Todos sus resultados fueron normales, por eso estoy aquí ahora con Helena. Quizás pueda haber alguna solución.

-Casi siempre lo hay señora. -dijo el sonriendo falsamente- bueno, te daré algunos exámenes que deberás hacerte para luego pasar con el doctor Gardner.

-¿Entonces no la atenderá usted? -él negó.

-Esa no es mi especialidad señora, yo solo hago chequeos o controles a embarazadas. No me encargo de esos temas en específico. -la señora asintió comprendiendo.

Le entregó una hoja con los exámenes que debía de realizarse. Ya quería que ambas mujeres se fueran de aquella habitación, lo estaban sofocando. Necesitaba gritar, llorar. Hacer algo.

-Muchas gracias doctor, ya luego que Helena quede embarazada volveremos con usted -le dijo la anciana amablemente. Él sonrió.

-Claro -fue lo único que dijo.

-Hasta luego -fue una de las pocas palabras que dijo Helena en toda la visita.

-Hasta pronto -dijo él. Muy pronto, se dijo a sí mismo.

Ya luego que ambas mujeres salieron de la habitación agarró aquella ficha y anotó su dirección. Al día siguiente comenzaría con su plan, ya podría cumplir con su promesa. Al fin podría hacer justicia.

The Dimness©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora