IV

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Meleann lo ignoraba, pero su pasado estaba ligado al del del Katar Atenor.

En el pasado, cuando Atenor estudiaba a los Pensamientos de la tierra, se interesó por Meleann y su empatía única.
Atenor mandaba conflictos a Meleann. Estudiaba sus resoluciones y también sus motivaciones. Antes de que lo supiera había pasado 128 años estudiando al mismo Licant y junto con los años el cariño creció. Conocía su silueta y andar tan bien que le sorprendió más no haberlo reconocido desde un principio que haber escuchado el plan que tramaba.

—¿Meleann?

La pregunta le salió desde dentro de su pecho. ¿Ese maravilloso Licant hurtando Los Libros Sagrados? ¿Ese amable y dulce Pensamiento desobedeciendo al Señor?

—¿Me conoces?

—Si, te conozco. Haz sido mi compañero por más de cien años. Te he acompañado en todos tus viajes, te he visto ayudar al necesitado, te he cuidado en los peligros y te he querido en silencio. Me agoniza no permitirte el primer deseo que me confiesas: No puedo permitir que hurtes Los Libros Sagrados. Es mi deber detenerte.

—Entonces pelearé.

Pero ninguno de los dos pudo hacer algún movimiento porque un huracán violento los empujó hasta separarlos.

Los dos voltearon desorientados y temerosos de haber sido descubiertos por el Señor.

Muy por arriba de ellos, en el cielo, volando con sus grandes alas de un oscuro color, se encontraba un colérico  Vultant que había escuchado todo.

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