Cap. 1

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- Di... luc... - lágrimas caían de los ojos de Kaeya mientras el nombrado lo deboraba sin detenerse.

Muchos pensarían que Diluc estaba borracho para llegar al extremo de hacerle eso a su hermano, pero echando la vista atrás, los que realmente los conocían, sabían de sobra que aquello solo era cuestión de tiempo que ocurriera. Para empezar no eran hermanos de sangre, y eran alpha y omega, para su círculo más cercano no era extraño, pero para los demás aquella situación era impensable.

Diluc era alpha como Crepus, quien era su padre, el cual pertenecía a una de las familias más influyentes de Mondstad. Este dirigía tanto un viñedo como un bar en el cual vendía sus licores, y además le gustaba trabajar a él mismo. Del pequeño hijo del mismo se esperaba mucho, incluso que desposara a una digna pareja de su mismo o superior estatus. Había que reconocer que esas personas eran muy pretenciosas, y aunque tenían esto en mente, no sabían que se les presentaba un gran obstáculo que saltar, y no les sería fácil, ya que Crepus no permitiría que su hijo fuera infeliz a causa de conspiraciones, y sueños de grandeza de aquellos con malas intenciones.

Este temía por Diluc, quien en principio al ser un niño tampoco entendía la importancia del asunto, lo único que sabía era que con el tiempo podría encontrar a alguien a quien amar, tal y como le habían explicado de forma algo ambigua. Aún era joven y no conocía ese tipo de sentimientos, pero eso cambiaría en algún momento...

Tiempo después Crepus salió en un viaje de negocios, del cual volvió poco después y no precisamente solo. Se presentó ante todos sus sirvientes y su hijo acompañado de una pequeña figura cubierta por una capa. Aquella criatura no se dejaba ver y aferrándose a la ropa del mayor se intentaba esconder de todos.
Estaba asustado, y no era para menos en su caso, pero poco a poco se fue dando cuenta de que su miedo no tenía sentido, nadie intentaba hacerle daño, sino todo lo contrario.
Mientras todos recibían órdenes por parte del señor de la casa, Diluc prestaba más atención al pequeño que se escondía tras su padre.
Una vez terminó el discurso, presentó al pequeño como Kaeya Alberich, y pidió al mencionado que se quitase la capucha. Se podía ver a un niño de edad cercana a Diluc, de tez morena y ojos azules, o eso se podía decir debido a un único ojo visible. El otro era tapado por una tela negra que no dejaba ver tras de si.
Ese día el pequeño Kaeya no se acercó a nadie. Simplemente se dio un baño y comió algo de lo que le sirvieron. Posteriormente fue acompañado a lo que sería, a partir de ese momento su habitación.

- Padre, ¿por qué Kaeya está aquí?. - Preguntaba un niño con mucha curiosidad, al parecer le había llamado la atención.

- Ese pequeño ha tenido algunos problemas, por lo que a partir de ahora se quedará con nosotros. Espero que lo cuides como a un hermano. - Decía Crepus con semblante triste y serio mientras miraba a su hijo que le respondía tan solo asintiendo con su cabeza.

A partir de ese momento, muchos conocidos de Crepus visitaron el lugar y conocieron al pequeño emigrante de no se sabía donde.

Días y días pasaban, y Diluc siempre estaba tras el pequeño, había tomado las palabras de su padre al pie de la letra, o eso pensaban, pero lo cierto era que por alguna razón que ni el mismo Diluc sabía, no quería dejar al recien llegado solo. Se decía a si mismo, que tan solo estaba ayudándolo hasta que fuera capaz de valerse por si mismo, además de que como su padre decía eran hermanos aunque no fuera de sangre. Al final poco a poco el pequeño Kaeya comenzó a ser más sociable. Ya se comunicaba e incluso parecía un niño normal, tanto que en ocasiones mostraba una tierna sonrisa, a la cual el pelirrojo no era ajeno, sino todo lo contrario, la amaba.

Llegaban las distintas estaciones y ambos crecían, y tal y como se suponía, Diluc despertaba como alfa, mientras que Kaeya lo hacía como omega, pero las cosas entre ambos no cambiarían por el momento, incluso pertenecieran a géneros secundarios distintos, seguían siendo los mismos.

Aquellos jóvenes terminaban finalmente convirtiéndose en parte de la sociedad. Tanto uno como el otro se volvieron unos jóvenes muy apuestos. Por un lado Diluc se volvió más serio y distante, además de calmado, mientras Kaeya se convertía en alguien querido por todos pero a su vez misterioso, ingenioso y encantador. Aún siendo un omega, muchos deseaban tenerlo como compañía en numerosas ocasiones, es más, su género pasaba a segundo plano en tan solo un encuentro. Sumando a todo lo anterior que ambos poseían su característica visión, fuego e hielo, y que formaban parte de los caballeros de favonius.

Una misión fallida fue lo suficiente para que aquellas escenas del pasado cambiaran a la del presente. La muerte de Crepus y los secretos que escondían los orígenes de Kaeya llevaron a Diluc a distanciarse del anterior y a volverse un total amargado. Por su parte, el moreno debido a esto se marchó de la casa familiar y pasó a vivir en la ciudad. Con el pasar del tiempo este se convertiría en Capitan de caballería y uno de los más confiables ayudantes de la Maestra Jean, quien es en el presente la Gran Maestra Intendente. Por otro lado Diluc tomó el lugar de su padre tanto en la bodega como el la taberna.

A la larga volvían a hablarse, no era tanto como que Diluc perdonara el haberle escondido ciertas cosas, sino como que Kaeya conseguía hacer que cayera en su juego.

Un aventurero de otra dimensión, un dragón fantástico, islas que aparecían una vez al año... esas y muchas más ocasiones en las que tuvieron que trabajar juntos y en las cuales terminaron conversando, los llevó a no querer estar tan alejados el uno del otro, aunque no lo dijeran.

Diluc por aquellos días aparecía sin falta por la taberna, mientras que Kaeya aparecía para sentarse en la barra y tomar algo acompañado de alguna historia y una despedida como si no importara la cosa. Y así seguirían hasta que ciertos forasteros llegaban al festival de Mondstad, mismo en el que más de uno se atrevería a declarar su amor a su pareja por lo bello de las flores.

Debido a alguna invitada inesperada como fue Ei, cierto bardo estaba muy desaparecido, aunque los ánimos estaban calmados, pero esta parecía mostrar cierto interés en Kaeya, por lo que terminó monopolizándolo. Esto no es que hiciera gracia en ecxeso a Diluc, pero debía aguantarlo, o eso pensaba, hasta que alguien con mayor influencia aparecía acompañado de Aether. Su nombre era Ayato y provenía de Inazuma al igual que la Shogun. En cuanto Diluc que estaba a escasos metros del anterior, notó que era un alfa dominante al igual que él, cosa que no sería bueno en el futuro, ya que los de su tipo tendían a ser bastante territoriales, y eso aplicaba a todos los sentidos.

Un acercamiento y una invitación a beber por parte de Ayato dirigida a Kaeya fueron suficientes para que el pelirrojo sobrepasara su límite y decidiera apresurarse a acercarse para reclamar lo que era suyo. Apenas diez minutos después de que los anteriores entraran a la taberna, Diluc comenzaba a reclamarle al de cabello azulado para que se alejara del moreno...

- Será mejor que apartes tus manos de él... - amenazaba Diluc sin pensarlo dos veces, en su cabeza tan solo existía el hecho de que ese alfa era de los pocos que se habían atrevido a tanto, y no dejaría que siguiera por ese camino.

- Ooh, - Cambiaba su expresión a una un tanto sombría, no le gustaba el tono en el que el pelirrojo le había hablado.- ¿ acaso hay algo malo  con que agradezca a nuestro anfitrión ?- Decía mientras Kaeya se ponía tenso debido al pesado ambiente que se formaba en torno a ellos tres, y ramaba un poco de bebida a la par que su nerviosismo aumentaba. En ese mismo momento Ayato aprovechaba para limpiar con su mano el pequeño hilito de vino que aún corría por la barbilla del moreno, a lo que Diluc no lo tomó nada bien.

- ¿Te crees con derecho a tocarlo? - Este había llegado a su límite, a su vez Ayato se levantaba de su asiento para hacer frente al otro alfa.

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