Cap. 34

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- Por qué no se lo dijiste. - Una voz femenina reprochaba a cierto omega rubio. 

- Esque si se lo hubiera dicho, él no hubiera querido apartarse de mi, y ellos necesitaban ayuda. - Decía con calma. 

- Cariño eres demasiado noble. - Decía mientras sonreía con un semblante tranquilo. 

- De todas formas se lo diré cuando vuelva. - Una sonrisa amplia mostraba sus dientes, era genuina como lo era él, pensaba la bruja. 

- Espero que no te estés esforzando de más y estés descansando. - 

- Bueno, me está siendo difícil sin Razor, lo cierto es que lo hecho de menos, pero también se que solo será durante unos días. Así que está bien. - 

Por otro lado en Sumeru, Diluc y Kaeya terminaban su celo al fin. Era de tarde y el alfa era el primero en despertar. Habían estado haciendo el amor hasta el amanecer y por fin sus consciencias fluian de forma normal. Al observar como el omega dormía placidamente, sintió pena de despertarlo, por lo que simplemente, besó su frente y lo tapó. Lo dejaría descansar un poco más y cuando despertara hablaría largo y tendido con él, aunque quizás no fuera necesario, ya que aquel sueño que tuvo quizás no fuera un simple sueño, o al menos cada vez tenía menos dudas al respecto. 

Dejó la cama y se dirigió a tomar un baño, después de todo lo necesitaba. Tiempo después salía del lugar dejando algunas instrucciones para cuando el otro se despertara. Tras unos minutos, podía ver a unos niños jugando y un pequeño algo triste que llamaba su atención. Ese color de cabello y ojos a juego... su corazón comenzaba a palpitar de alegría y gozo al pensar que aquello era real y no una ilusión. Al final tan solo se acercaba y arrodillaba a su lado mientras suavizaba su semblante. 

- ¿ Por qué tan triste ? - El niño lo miraba, algo en esa persona era extrañamente familiar, pero no sabía por qué, no lo entendía, por lo que simplemente bajaba su mirada y la desviaba hacia otro lado. Al ver esto, Diluc sentía ternura y algo de tristeza, pero no podía hacer mucho ya que era natural. Al menos no había llorado al verlo y huido debido al miedo de que un desconocido le hablara. Suspiraba y acariciaba su cabeza. Al notar la gentileza con la que este lo hacía, el pequeño volvió a mirar de reojo al pelirrojo. - Está bien si no quieres contarme.- Se daría por vencido por esta vez. No era bueno agobiarlo, pero antes de que pudiera mover un músculo, el niño contestaba al fin. 

- Esque... mi papá no ha vuelto. - Sus lágrimas comenzaban a salir y a Diluc se le rompía el corazón. Era cierto que él había tenido que esperar durante años para poder volver a ver a Kaeya, pero si él había sufrido al perderlo, como se debía estar sintiendo aquel pequeño por no poder verlo durante días. Aquel llanto se sentía como dagas que se clavaban en el corazón del alfa, si tan solo el pequeño supiera que él era su padre también, entonces no lloraría de esa forma, pensaba mientras abrazaba al pequeño a la par que acariciaba su espalda. Pasados unos segundos Diluc se levantaba cargando con el pequeño, y lo llevaba hasta un árbol cercano donde se sentaba apoyando su espalda mientras que el pequeño seguía llorando. Para ese momento lo hacía de forma más leve. Parecía como que el hecho de tenerlo entre sus brazos lo calmaba poco a poco. 

- Tu papá volverá pronto, así que deja de llorar. - El niño continuaba gimoteando, aún no le creía del todo. - Tan solo duerme. - Decía para comenzar a tararear en voz baja una canción que su madre le cantaba cuando era niño.  Al final caía dormido, estaba tan cansado de tanto llorar que incluso no lo quisiera no pudo remediarlo. Diluc al notar esto cerraba sus ojos por un momento. Estaba feliz.

Kaeya llegaba a la escena en ese mismo momento, colocando su mano por reflejo en su boca mientras este temblaba de alegría al ver aquello. Esa escena era tan hermosa, la había esperado por tanto tiempo y ahora se hacía realidad. Sin pensarlo se acercaba hasta donde estaban los otros dos. Sus dos pelirrojos, sus personas más importantes ahora se encontraban allí delante de él, juntos y a salvo. Se arrodillaba a su lado y Diluc abría los ojos, extendiendo su mano para acariciar la mejilla del que ahora era su omega. Lo hacía de forma gentil y calmada. Al final terminaba por acariciar sus labios con el pulgar mientras miraba directamente a sus ojos. 

- Te besaría, pero me da pena despertarle si me muevo. - Kaeya se sorprendía y sonreía enternecido. No dudó, simplemente se acercó y lo besó, pero lo que Diluc temía se cumplió. El pequeño despertaba y frotaba sus ojos. Observaba al hombre que lo tenía en sus brazos y no se trataba de su papá, no del papá que conocía, por lo que se entristecía.

- Parece que te gusta estar en sus brazos, peque. - La voz de Kaeya llamaba su atención. Se giró y al ver a su progenitor inmediatamente se tiró a sus brazos y lloró.

- Papi... papá tonto... - 

- Si, papá tonto. Perdóname peque. - Lo abrazaba y ahora era él quien comenzaba a llorar. Era duro parecer fuerte delante de su hijo después de todo lo pasado, y había llegado a su límite. El alfa al ver esto, simplemente acercó su frente y la unió a la contraria. De esta forma pasó el tiempo y por fin se calmaron un poco. Diluc secaba las lágrimas de ambos y besaba sus mejillas. 

- ¿ Estáis mejor? - Ambos asentían. Kaeya ponía a su pequeño sobre sus piernas para que pudiera verlo a la cara y comenzaba a hablarle. 

- Peque, ¿te acuerdas de lo que hablamos la última vez? - 

- ¿Otro papá? - 

- Si, así es. - En ese momento el pequeño miró hacia Diluc, como si supiera en cierto modo que se trataba de él. Al final levantaba su pequeña mano y señalaba. 

- ¿ Él? - Kaeya sonreía.

- Si, Crepus, él también es tu papá. - Al escuchar aquel nombre, Diluc no sabía como reaccionar. Era algo que jamás hubiera discutido, es más, era algo que deseaba desde hacía mucho. 

- Crepus, ¿me dejarías ser tu papá? - El pequeño inmóvil miraba al alfa mientras que Kaeya intentaba no reir en aquella situación. Había sido tan tierno y serio...

Cyno junto con Tignari salían en busca de todos. Se hacía tarde y se acercaba la hora de la cena, y la escena que se encontraban era demasiado tierna para romperla. Sonreían y sentían lástima, pero el alfa tomaba consciencia de ello, hacía un gesto y avisaba al omega para que cambiaran de lugar.

- Vaya, ahora el pequeño Crepus tiene a sus dos papás. - El niño sonreía. - Sentaos, la cena estará en un rato. - Decía Kaveh. Por su parte Al-Haitam estaba por el lugar sentado mientras daba de comer a su bebé. Kaeya y Tignari lo observaban y sonreían. Sabían de sobra lo difícil que podía resultar aquello y lo que sintieron.

- Iré a ayudar con la cena. Crepus quédate con papi. ¿De acuerdo? - El pequeño asentía y abrazaba a Kaeya. Mientras tanto Diluc se levantaba y se acercaba a la cocina remangando su camisa.

- Parece que todo acabó bien. -

- Más de lo esperado. - Kaeya miraba a su hijo mientras se sentía dichoso de aquello. Esperaba que todo terminara en desastre, pero gracias al cielo no fue así. Esperaba que todo siguiese de aquella manera durante mucho tiempo.

Días más tarde podía verse a un grupo de personas en la cascada cercana a la ciudad de Sumeru. Nahida en el centro hacía los honores. Daba las gracias a todos los presentes y pedía a dos personas de blanco que se acercaran, tratándose estos de Cyno y Tignari. Unian sus manos mientras escuchaban aquellas bellas palabras que los envolvía en el momento y tras unos minutos tomaban la hermosa flor que la arconte invocaba, depositaban sus sentimientos en ella y la dejaban en el agua. Al final terminaban con un beso y un siempre te amaré. 







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