Cap. 31

12 1 0
                                    

Oscuro, tan oscuro. Frio, tan frio...

Sentía como su cuerpo caía al vacio y nada ni nadie podía pararlo. Pronto se estrellaría contra el suelo sin remedio. Pero, que extraño, en su cabeza esperaba el golpe, pero nunca llegó, sino todo lo contrario, ahora sentía como se encontraba sobre algo firme y blando. Despertaba y miraba a su alrededor. Aquel lugar le resultaba conocido, era el lugar donde todo comenzó. Se levantaba y paseaba, era tan extraño, tan calmado, no podía ser real. Una silueta aparecía tras él, demasiado conocida como para ignorarla, y mucho más al ver lo que estaba a punto de hacer. 

Aquella persona se acercaba poco a poco al precipicio, parecía que estaba  apunto de tirarse de el, pero no podía permitírselo. Comenzaba a llamarlo a gritos, sin embargo, el otro no contestaba y lo peor de todo, es que su voz no salía. Tan solo echó a correr, no dejaría que él se suicidara, no si podía evitarlo. 

Una vez estuvo cerca, alargó su brazo para poder detenerlo, pero alguien más se lo impidió. En ese momento un miedo atroz recorrió su cuerpo. ¿ De verdad perdería a esa persona? 

- Kaeya. - Por fin volvía en si. Incluso aquella silueta se desvanecía delante de sus ojos. "No era real" se decía a si mismo. - Kaeya. - De nuevo aquella voz tan conocida lo llamaba y por fin este se giraba para verlo. 

- Di... - No pudo terminar de decir nada, cuando el otro ya lo estaba abrazando fuertemente.

- Se que no es más que un sueño, pero no puedo evitarlo, te he hechado tanto de menos. Perdóname por no haberte encontrado. - "Un sueño", pensaba Kaeya, pero aún así devolvía de forma firme el abrazo. Incluso aunque no fuera más que un sueño, no importaba, es más, era el momento perfecto para decirle todo y así poder desahogarse. De un momento a otro soltaba al alfa y lo miraba a los ojos mientras se separaba un poco, aunque el otro no le permitiera soltarlo completamente. Sus manos no serían dejadas. 

- Aquí es donde todo comenzó. Después de marcharme de casa para encargarme de mis labores como Capitán, el encargo fue peor de lo que imaginé. Debido a los sucesos de ese día casi muero, mientras caía del precipicio no podía parar de pensar en el hecho de no volver a verte. Al final perdí la consciencia, y durante días estuve dormido. Cuando finalmente desperté me encontraba en algún lugar de Teyvat junto con Alice, ella y una amiga suya me estaban cuidando. A partir de ese momento, la idea era huir y esconderme en algún lugar, quizás para siempre, aunque eso no fuese una opción en realidad. Quise contactarte muchas veces, pero al final me di por vencido, si hubiera sido solo yo, no hubiera dudado, pero ... - en ese momento Kaeya apretaba las manos de Diluc, su voz temblaba y no sabía si sería capaz de continuar, pero debía hacerlo, de lo contrario como sería capaz de hacer frente al verdadero en algún momento si no lo hacía con el que vivía en su subconsciente.- pero no fui capaz, ya que antes de darme cuenta, no solo debía cuidar de mi mismo, sino de una pequeña criatura que necesitaba protección. Es por ello que todos me ayudaron para que pudiera vivir un poco más tranquilo y así poder cuidarle, tuve miedo todo el tiempo, pero al menos tú estarías bien. - En este punto sonreía sinceramente, por alguna razón estaba calmado y más tranquilo, el estar diciéndole todo aquello a aquel sueño, lo estaba ayudando a desahogarse realmente. - Tras un tiempo comencé a vivir en Sumeru junto con otro omega, y tiempo después se nos unió su alfa, con el cual acaba de tener un hermoso bebé, estoy seguro de que cuando lo veas te parecerá un encanto y nuestro hijo, estoy seguro de que te robará el corazón. Tiene... - por un momento las palabras se quedaban en su garganta.- Se parece demasiado a ti. - Con estas palabras terminaba apoyando su cabeza sobre el hombro ajeno. Estaba a punto de llorar. - Aunque solo sea un sueño, al menos me gustaría que me abrazaras una última vez. - De esta forma finalizaba mostrando una sonrisa de derrota y Diluc lo abrazaba. Kaeya pensaba en lo hermoso que sería que este lo recibiera de aquella forma, pero estaba seguro de que no sería así, muy probablemente el alfa debía estar molesto y con razón. Quizás incluso lo odiara un poco... No, eso nunca pasaría, si consiguió que volvieran a hablñar una vez, volvería a hacer que él... No, esta vez no sería igual, en esta ocasión, había escondido la existencia de su hijo. Ninguna señal o carta, no importaba si fue para protegerlo o no, nunca le perdonaría aquello. 

- No será el último, te lo prometo. - Aquellas palabras calaban hondo en Kaeya, quien levantaba su rostro para mirar a los ojos contrarios y derramar sus lágrimas sin poder decir nada. 

Unos instantes después amanecía en aquella escena. Ambos observaban aquel espectáculo y el omega comenzaba a desvanecerse. El sueño estaba llegando a su fin. Kaeya suspiraba y se daba por vencido mientras que Diluc negaba una y otra vez.

- No te vayas. - Por mucho que el otro lo deseara, era imposible. Al final tan solo tomaba el rostro de aquel triste alfa y besaba primero su mejilla, sonreía, sorprendiendo al otro. Una vez esto pasaba besaba su frente y terminaba de desaparecer.

- Kaeya... - Diluc despertaba en mitad de la noche. Se encontraba en una cama en la aldea Aaru. Se levantaba de la cama y miraba a través de la ventana, se podía ver la luna llena. Sabía de sobra que no sería capaz de conciliar el sueño por esa noche, por lo que simplemente decidió salir de aquel cuarto. 

- Deberías estar descansando aún. - Una voz llamaba su atención. 

- Lo mismo va por ti. - 

- ¿No puedes dormir? - El otro suspiraba y negaba. - Ven conmigo. - El pelirrojo lo miraba extrañado. - Ya que parece que ambos no podremos dormir que tal una charla entre alfamigos. - ¿acababa de intentar hacer una broma?, esto disgustó a Diluc, aquel chiste había sido tan malo como para hacer llorar a un niño. Tan solo siguió los pasos del otro hasta ponerse delante del mismo para hacerlo callar a como diera lugar. Pronto llegaron hasta una fogata donde se encontraban algunas personas que vigilaban. 

- Cyno. - Uno de ellos saludaba. - Tenemos algo caliente para beber, si os apetece podeís tomar un poco. - El nombrado asentía y dos cuencos eran servidos. Parecía una especie de sopa de verduras, no era la gran cosa pero para el frio ambiente nocturno del desierto se agradecía aquella bebida. 

- No está mal, ¿verdad? - Diluc tan solo asentía levemente. - Qué es lo que te mantiene despierto?. Algo me dice que no solo son nervios. La ansiedad te reconcome y la preocupación es palpable. - Al final solo pudo suspirar a modo de desahogo. No quería hablar del tema, pero necesitaba hacerlo y más cuando no podía con tanta frustración. Había pasado por tanto durante toda su vida, y ahora que estaba a las puertas de volver a ver a Kaeya, el miedo inundaba su mente. 

- Él ha aparecido en mis sueños. El hecho de que estoy desesperado me afecta cada vez más. Quiero verlo, abrazarlo, y no dejarlo ir. Pero tengo miedo de que no esté cuando volvamos. Incluso... - Reía y miraba el cuenco. - en mi sueño el me decía que habíamos tenido un hijo. - Cyno se sorprendía. Una cosa es soñar con alguién más, pero algo muy distinto es que esa persona te informe de algo así. No podía ser una coincidencia, o si...

- Estás hablando de Kaeya, ¿cierto? - El pelirrojo desviaba la mirada hacia el juez. - Entonces quizás ese sueño no fuera solo un sueño. - 











Fanfic GenshinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora