"Escapemos Juntos"

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Elizabeth Cooper tenía tan solo diecisiete años, y ya estaba harta de su vida.

Vivía en un castillo, rodeada de criadas y criados que hacían todo lo que ella y sus padres les pedían. Ese castillo era tan grande que aún después de diecisiete años habían espacios que ella nunca había visitado.

Pero aún teniéndolo todo, aborrecía su vida. Toda su vida vivió bajo la sombra de sus padres, siendo hija única. Estuvo condenada a ser perfecta en todo por ser la heredera, la única hija del rey Hall Cooper y Alice Cooper.

Hall Cooper falleció cuando la rubia más pequeña tenía solo nueve años, y Alice, su madre, se volvió más exigente con ella. Estaba condenada a ser quien no quería y al lado de quien no quería, porque su madre planeaba casarla con el hijo de Fred Andrews cuando ella cumpliera dieciocho.

Por eso, Alice inauguró una cena junto a Fred Andrews, su hijo Archie Andrews y como invitado estaba Forsythe Pendelton Jones II, quien mantenía intereses en el reinado de Riverdale.

Betty se estaba aburriendo y empezó a jugar con sus cubiertos, y sabía que Alice no tardaría en regañarla.

—Deja eso y siéntate correctamente, Elizabeth— Le susurró Alice a su hija a su lado, para luego mirar a Fred con una sonrisa. —Cuéntenos más, señor Andrews. Apuesto a que su hijo sería un buen partido para mi hija—

—Archie es un excelente muchacho, Alice— Aseguró Fred, con una sonrisa.

Archie miró a Betty, sonrojado. —Lo siento— Susurró. La verdad es que él tampoco quería esto.

Betty le sonrió amablemente para tranquilizarlo, y vio que su madre mantenía sus manos unidas a las del señor Forsythe, o como todos lo conocen, Fp.

Eso le desagradó y se puso de pie, fingiendo una sonrisa. —Con permiso. Vuelvo en un momento— Avisó, retirándose.

Ella les dio la espalda a todos, pero podía sentir la mala mirada que le lanzaba su madre desde la mesa, aunque no le importó.

Salió al hermoso y enorme jardín del castillo a tomar aire junto a la fuente con la estatua de un hermoso caballo.

Se sentó y soltó un profundo suspiro, y después de unos cinco minutos se puso de pie para volver de mala gana a la cena de su madre, y en ese momento chocó con alguien.

—Oh por Dios... perdón, fue un...— Dejó de hablar al ver con quien chocó. Ese joven alto, apuesto, con ese cabello negro y abundante cayendo a los lados de su cara y esos ojos azules y profundos que la atraparon desde el primer momento.

—Oh, está bien. No pasa nada. ¿Cual es su nombre, bella dama?— Le preguntó el chico, agachándose y besando su mano.

Betty sonrió y notó enseguida lo educado que era el chico. —Soy Elizabeth Cooper, pero acostumbran a decirme Betty. Es un placer. ¿Y tu?—

—El placer es todo mío, bella Elizabeth— Contestó el chico, sonriéndole. —Soy...

—Betty— La llamó Archie, saliendo a su encuentro y saludando a Jughead con la mano para entonces volver a mirarla. —Su madre solicita su presencia en la mesa—

Betty suspiró y miró al chico. —Hasta pronto chico extraño— Se despidió, sonriéndole para luego irse con el pelirrojo.

—Hasta luego, Elizabeth— Se despidió el pelinegro, sonriéndole.

Ella volvió a ese evento en el que claramente no quería estar, pero ese chico cuyo nombre no llegó a saber no salía de su cabeza.

Ni siquiera cuando su madre le gritaba y la regañaba en su propia habitación, ya más de noche.

One Shots "Bughead" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora