Prólogo.

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Mirabel se sentía mal.

Pero no el tipo de mal físico, más bien la incomodidad emocional y hasta cierto punto, el psicológico.

Su abuela volvió a encontrarla escondida en el armario de las telas, dónde normalmente se guardan los distintos tipos de sábanas, fundas y manteles que usa casi todo el mundo en casita.

«—¡Deberías estar afuera celebrando el nacimiento de tu primo Antonio! ¡No aquí escondida como una polilla hambrienta en la oscuridad!»

Bueno, pudo a ver dicho algo peor.

Su tía Pepa estaba llorando de alegría, lo que ocasionó que lloviera granizo mientras el sol brillaba en lo alto, le causó cierta felicidad saber que el calvario apocalíptico que solo una Pepa embarazada podría ocasionar por fin había culminado.

Así que aquí estaba (por órdenes de su abuela) esperando cerca de las montañas a su tío Bruno, el mejor tío en toda la historia.

Por lo que su mamá le había contado, su tío Bruno en la juventud había sido admitido en un bonito colegio fuera de encantó, donde aprendió a hacer mucha más magia de lo que se ve aquí en su hogar.

...

Tio bruno. —Recordo la infante aquella ocasión, hace dos inviernos.

La brisa fría los golpeaba a ambos, pero ninguno de los dos sintió el frío invernal, más bien el calido abrazo de la magia única del oji -jade.

—¿Sucede algo, mariposita? —Estaban comiendo una deliciosa ensalada de fruta hecha por su mamá, a quien veían trabajar a lo lejos.

—¿Crees que yo también pueda hacer magia como tu? —Murmuro, jugando con el vaso de cerámica.— Se que puedes reparar cosas cuando mueves tu bastón, oh levitar muuucho más peso de lo que puede cargar Luisa...

Bruno observó a su deprimida sobrina, el pesar visible en sus pupilas jade.

—No lo se cariño, debemos esperar hasta tus once años, allí averiguaremos si también podrás hacer muchas más cosas. Pero ¡Ey! No te deprimas. —Cogio su largo “bastón” y lo agito sobre la hierva marchita, de allí creció un hermoso girasol, pero no amarillo, era de un color celeste cielo.— Al fin y al cabo estas cosas no se aprenden de la noche a la mañana.

Con otro movimiento desapareció el tallo, dejando la cabeza de la flor levitando en el aire, de dónde viajo hasta su nuca, con un par de cosquillas formó una hermosa media coleta desordenada adornada con jazmines.

—Incluso si no puedes hacer las mismas cosas que tu mamá oh yo, se que en algún futuro harás cosas maravillosas por cuenta propia. —La mirada llorosa de su pequeña sobrina le estrujó el corazón.

...

Balanceo sus pequeños pies descalzos sobre el piso lleno de granizo, volteando cada tanto tiempo en dirección de las montañas, algo inquieta esperando ver la “bata” esmeralda de su pariente.

Aprovecho el tiempo para terminar el regalo de su familiar favorito, bordando con cuidado el reloj de arena esmeralda y la mariposa azul posada en una esquina cercana del nombre escrito en color jade brillante.

Sacaba la lengua, tan concentrada que no logro a captar a tiempo el efusivo abrazo del pelinegro, quien no dudo en alzarla y darle vueltas en el aire.

Las risas no se hicieron esperar, terminando poco después con la infante colgando del cuello de su tío.

—¡Mí mariposita azul! ¡Mira quién llego coon...! —De uno de los bolsillos de su “bata” saco un sobre amarillento, sin estampilla pero si con un cello de cera verde, dónde una extravagante “C” cursiva y muy elegante adornaba el centro.

Efecto Mariposa. [AU.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora