Para Vegetta el mundo se paralizó en ese justo momento, todo a su alrededor oscureció y el zumbar del silencio en sus oídos era apenas roto por el palpitar lleno de temor de su corazón, sus ojos antes llenos de un brillo esperanzador se habían apagado en cuestión de segundos y un escalofrío más helado que el propio viento del ambiente invernal lo recorrió de pies a cabeza.
- ¿Q....qu...e? - apenas alcanzó a articular con una voz poco audible mientras se acercaba a paso tembloroso a la ventana, esperando muy en el fondo, aunque sabe que es una tontería, que la vista cambiase si pegaba la cara al vidrio, que de alguna manera su cabeza y sus ojos le estuvieran jugando una mala pasada gracias a su carente descanso y tranquilidad mental.
Pero no era así, lo que vio de primeras era la realidad. Una que no le estaba gustando.
Pudo sentir claramente como comenzaba a agitarse, como el aire le comenzaba cada vez más a faltar y se hacía más dificultoso poder respirar normalmente; La vista se le nublaba y apenas logró sostenerse un momento de un tronco de lo que en primavera es uno de los hermosos cerezos que el rubio colocó alrededor de su hogar. Intentaba centrarse, intentaba regular su respiración, pero voltear momentáneamente a mirar de nuevo uno de los grandes ventanales oscurecidos lo alteró más, tuvo que sentarse un momento.
- C...cálmate, cálmate.... R-Rubius está bien, él seguramente sólo salió a....a.... picar? A minar?... a pasear?... y volverá sisi volverá...- tartamudeaba y perdía el hilo de las palabras ocasionalmente por su respiración interrumpida, pero también porque su mente ahora sí que no se callaba, sus alarmas sonaban más alto, aquellas voces gritaban un coro insoportable de:
- ¡LO SABÍA, SABÍA QUE ALGO NO ESTABA BIEN!, ¡ÉL NO ESTÁ! ¡NUESTRO OSITO NO ESTÁ! ¡DEBISTE VENIR ANTES! ¡DEBIMOS...! -
- ¡A CALLAR! - se gritó a si mismo desesperado por calmar su cabeza, enfriar sus ideas y volver a la lógica, no a dejarse llevar por una espiral de malos pensamientos y escenarios fabricados por la ansiedad.
Luzu pasaba por el pueblo, listo para comprar algunas cosas extra para llevarle a Quackity de nuevo, aún si el joven pato no le abría la puerta, a él no le molestaba llevarle cosas con tal de poderlo ''ver'' o mejor dicho, entrar en contacto con él de una u otra manera en lo que se solucionaba lo que fuese que aquejaba a su patito. No pudo evitar soltar una risita y sonrojarse un poco al pensar en cómo ya le denominaba con 'su'; Pasó frente a los escalones del puente que conectaba el pueblo con el otro lado del lago donde se encontraba la casa de Rubius, miró un momento pensativo y esperanzado de que con la ayuda de Vegetta, Mangel y Alexby, también pudieran ayudar al oso.
Iba a continuar su camino hasta que divisó a alguien recargado en uno de los árboles, alguien que usaba una capa blanca con hombreras doradas y pelaje de lobo en el cuello.
- ¿Vegetta? - se preguntó, decidiendo subir las escaleras y cruzar el puente, ¿Qué haría Vegetta ahí? ¿Será que fue a visitar a Rubius?
No esperaba encontrar a su amigo a minutos si no es que segundos de entrar en un ataque de pánico fuerte, rápidamente se acercó para auxiliarlo colocándose enfrente de él y evitando de momento tocarlo en caso de que ello empeorara las cosas.
- ¿Vegetta? ¿Vegettoide? ¿Me escuchas? - preguntó con calma, era importante que se mantuviera centrado y tranquilo para ser de mejor ayuda al ojimorado.
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❄ ·𝐖 𝐈 𝐍 𝐓 𝐄 𝐑 · ❄
RomanceCuando el invierno llega al nuevo Karmaland, el comportamiento de los miembros híbridos de los héroes se torna un tanto... extraño y uno de ellos termina desapareciendo sin dejar ningún rastro en las grandes montañas nevadas que rodean al valle y al...