tres

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Abrió los ojos y se levantó bruscamente respirando de forma agitada.
Miró a su al rededor, asustado y confundido.

-¿Que? Donde...-
Miró sus propias manos, su ropa, tenía puesta una camisa a rayas blancas y azules claro. sus rodillas le dolieron y sus piernas picaban, fue ahí cuando se dio cuenta que estaba sobre el pasto, con un short de mezclilla que llegaba justo arriba de sus rodillas.

-¿Esto es una broma?- se levantó, le costó un poco pero lo logró. Se sostuvo de los arboles para poder ver mejor el lugar.

-¿Esto es un bosque?- se preguntó a si mismo. Notó entonces un camino de tierra que daba...a un lugar, en efecto.

No le quedó de otra que seguirlo, no había nada más que hacer.
Siguió y siguió, encontrando aves a su paso, su canto le gustaba y le tranquilizaba mucho.

-No me sorprendería si mamá y su esposo me hayan abandonado aquí- exclamó enojado

Pasó aproximadamente veinte minutos caminando, hasta que salio del bosque y llegó a un campo, un enorme campo. Habían algunas flores pequeñas, margaritas y otras amarillas.

-¿Que es esto?- preguntó Jimin
Se agachó y tomo una margarita, su nariz olfateo la flor, eso le hizo sonreír- Que linda flor, es un lugar...hermoso- dejó la flor sobre su oreja, adornado su cabello rubio.

Caminó un poco más hasta lograr ver una casa, tan solo una casa en esta gran soledad.

-Esto...es un poco arriesgado pero que más da, es el único lugar-

Inseguro pero sin otra opción caminó rumbo a la casa. Le sorprendía un poco que esta casa pareciera hecha por Disney, es decir, tiene arbustos con flores, hay mariposas rodeando los arbustos y a un lado hay una fuente con una planta enredandose desde abajo. Jimin estaba más que confundido.

Cuando llegó a la propiedad noto que la cerca que rodeaba esta casa estaba abierta.

-Eehm permiso- entró
Se acercó a la puerta y tocó tres veces.

-¿Por que cantan tanto?- regaño viendo a las aves en los árboles de a lado, estas se quedaron calladas de inmediato.
El rubio se estaba sintiendo inquieto, necesitaba a alguien que le explicara donde estaba.

Nadie abre, parece estar abandonado, pero no se arriesgaría a entrar. Se asomó por la ventana logrando ver solamente un sofá algo grande, una lampara larga y un mueble con un televisor.

-Dios ¿aquí hay señal?-

Suspiró frustrado y se alejo de ahí. Caminó saliendo de la propiedad

-¿Ahora que? No se donde estoy ¿por que ahora está tan callado?-
De repente los sonidos de la naturaleza se hicieron presentes, ranas croando, aves cantando, incluso grillos.

-¿En verdad me abandonaron? ¿Como es que sigo vivo? Ahora voy a morir en este lindo lugar y mi madre ni siquiera se acuerda de mi-
Sus ojos se cistalizaron, sorbio su nariz y se sentó en el pasto para cubrir su cara y llorar.

-¿Por qué siempre debo pasar por lo peor? Desearía tener a alguien con quien hablar y sentirme seguro, que nunca me abandone y, y...-
Soltó un quejido sabiendo que eso nunca pasaría, solo pudo consolarse así mismo, limpiando sus lagrimas sin lograr detenerlas.

-¿Jimin?-

Levantó la mirada de inmediato, pero no había nadie.

-¿Hola? - Nadie respondió- S-si me haces algo, no dudaré en usar esta...esta piedra!- tomó una pequeña piedra y se levantó, miró a su al rededor sin encontrar a alguien.

Del otro lado// KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora