Romain

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POV Scarlett

Tomó con fuerza la cintura de Elizabeth pero parece ser imposible caminar con ella por el pasillo. Maldita sean las personas que decidieron poner los penthouse en el último piso.

Elizabeth canturrea incoherencias mientras hago el mejor esfuerzo de meter las llaves en la puerta logrando al fin abrir. Y cayendo con ella en el suelo.

-Mierda-me quejó al recibir todo el daño yo.

-Oye, no me tires-se queja ella como niña pequeña-No me gusta dormir en el suelo.

-No dormiremos en el suelo-trató de moverla consiguiéndolo-¿Por qué me vez así?

-Es que tampoco me gusta hacerlo en el suelo.

Me incorporo sintiendo mis mejillas arder por completo. Ella muerde su labio inferior para luego reírse a carcajadas, niega volviendo a morder su labio pero esta vez, tan fuerte que lo vuelve blanco.

Me levanto del suelo cerrando la puerta con seguro y le tiendo una mano para ayudarle a ponerse de pie.

-¿El baño?-pregunta torpemente.

-Te llevaré-niega-¿Por qué no?

-Porque primero debes invitarme un café antes de llevarme a hacer cosas sucias-abro los ojos completamente sorprendida-Iré sola.

-La tercera puerta-asiente caminando torpemente hasta allí-¡Y no quiero llevarte a la cama!

-Como digas.

Entra ahí y yo me dejo caer en el sofá rendida. Elizabeth me había hecho traerla a mi casa debido a la falta de habilidad de Chris, ella le cedió su habitación de hotel, lo cual agradecía por completo debido a que el hotel de Chris estaba del otro lado de esta ciudad.

Wanda sale del baño contorneándose de un lado a otro, se ha lavado la casa y ha mojado su cabello y el labial ha desaparecido de sus labios. Me da una sonrisa felina que hace sentir mi cuerpo entumecido.

-Iré por unas almohadas y unas sabanas para que puedas dormir en el sofá-se deja caer a mi lado mientras me pongo de pie-Trata de aguantar hasta que regrese.

-Como digas, Johansson.

Tomo uno de los cobertores y dos almohadas. Suspiro deteniéndome en la puerta sintiéndome mareada, no había bebido más que 4 cocteles y era más que seguro que no era por eso.

Era ella.

Cada vez que estábamos cerca parecía que todo era distinto y tenía la facilidad de hacerme sonrojar de forma absurda. Era fácil hablar con ella de mi sin sentirme juzgada y no tenía miedo en decirme las verdades que mucha gente ocultaba.

¿Quién era ella realmente?

Salgo de la habitación tratando de ordenar mi mente, llego al sillón solo para verla recostada de lado. Sus manos estaban por su pecho, suspiraba despacio cual niño pequeño y sus labios estaban ligeramente abiertos.

Sonrió instintivamente ante la imagen completamente tierna de Olsen.

Quito las botas altas relajando sus pies, la cubro con el cobertor. Despejo el cabello de su rostro, tomo la osadía de acariciar su mejilla. Su piel era demasiado suave, delicada y limpia, parecía de porcelana.

Siempre aprecie los rostros delicados con rasgos pequeños y refinados, y ella tenía el mejor que alguna vez que podría ver. Ella suelta un pequeño suspiro arrugando su nariz.

Niego levantándome de ahí, apago la luz y me refugio en mi habitación. Me cubro entre las sábanas como si de esa forma pudiera apagar las cosas rodantes en mi cabeza.

Amor entre cámaras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora