No era la primera vez que se despertaba con la frente perlada en sudor. Las noches estaban siendo una agonía desde que había vuelto, soñando siempre la misma situación. Aunque se relajara, aunque pusiera velas aromáticas y música relajante, su mente volaba siempre a la misma escena.
El pozo volvía a abrirse.
Era algo imposible. Y aunque lo sabía, el corazón siempre se le aceleraba cuando veía el cielo azul en el fondo de aquella construcción de piedra. Todo era un sueño hecho realidad, un deseo anhelado por más de dos años, pero, sin previo aviso la imagen desaparecía, apareciendo en el otro extremo de Tokio con un hombre alto, fornido y con una mirada desquiciada.
Ella sabía quién era.
Suikotsu, uno de los siete que murió años atrás, se le presentaba en sueños. Con su rostro de demonio desquiciado, el asesino siempre la observaba con los ojos enloquecidos, vestido con un extraño traje moderno y una especie de guadaña a su espalda.
—Queda sitio para uno más —decía con su voz ronca, mostrándole la puerta madera de una habitación con el número cuarenta y dos, escrito en la en el lindar de la puerta.
La puerta se abrió de repente, cegándola con una luz intensa que salía por ella. Suikotsu alargaba la mano y esperaba a que ella la cogiera. Siempre tenía la misma sensación, el temor a algo desconocido recorría su espalda, sabiendo que, aunque no podía identificarlo, ese algo estaba ahí, expectante, esperando que ella se decidiera a coger su mano. Pasado un rato, Suikotsu sonreía con aquella sonrisa macabra que recordaba y entraba en aquel portal de luz sin mirar atrás. Ella siempre se levantaba sobresaltada, como si una fuerza energética la empujara hacía arriba y la sacara a una superficie consciente.
Llevaba cerca de tres años soñando con que el pozo volvía a abrirse. Kagome no comía, se encerraba en su habitación y procuraba no dormir por las noches, pero por mucho que intentara mantenerse despierta o durmiera poco, aquel maldito sueño volvía una y otra vez sin dejarle descansar.
¿Por qué no la dejaban en paz?
Ese tiempo desde que destruyó la perla y se separó de Inuyasha, la joven había intentado de maneras muy diferentes de abrir aquel maldito pozo, pero, nunca lo había conseguido. Si no era su destino estar con él ¿Por qué su cerebro le jugaba tal mala pasada?
Su vida se había vuelto en una espiral hacia la depresión y el hundimiento personal, sintiéndose inútil en una vida que pasaba a su alrededor. ¿Por qué había traspasado aquel pozo? ¿Cuál era la finalidad de todo aquello? Su cerebro le jugaba malas pasadas pensando que él llegaba a ella y podían volver a abrazarse, dinamitando sus esperanzas cuando entendía que aquello solo era su imaginación, destrozándola poco a poco.
Pero entonces meses atrás, los sueños habían evolucionado. Ya no solo veía el pozo, también aparecía uno de los siete guerreros en él ¿Por qué quería que entrara en aquella habitación? ¿Por qué su cerebro se esforzaba en intentar volverla loca?
Ojalá todo acabara pronto.
Decidió salir al instituto y aprovechar las horas lectivas para despejar su mente. Desde hacía meses, tenía una extraña sensación, como unos ojos clavados en su nuca observando todos sus movimientos. Había tenido charlas con los profesores que eran extremadamente atentos teniendo en cuenta su historial de salud de los quince años. Pero todos coincidían en que debía visitar un psicólogo.
Ella misma empezaba a creérselo.
Por ello había decidido coger cita esa misma tarde después del instituto para poder arreglar el lío que tenía su cerebro. Esperaba el autobús cuando dos colegidas se sentaron a su lado.
—¿En serio vas a subir? —preguntó una de ellas.
—¿No querías llegar a tiempo para entrar al cine? ¡Déjate de supersticiones! —contestó la otra cuando el autobús número 42 paró en aquella parada.
El autobús parecía lleno y cuando se abrieron sus puertas, un calor asfixiante le golpeó la cara. Una de las jóvenes cogió a la otra de la mano y subieron con prisa, dándole de mala manera el dinero al conductor y entrando en el vehículo a empujones. Cuando Kagome alzó la vista, observó al conductor que la miraba con una sonrisa afable.
—Queda sitio para uno más —dijo alargando su mano.
Kagome dio un paso hacia atrás. Ante ella, tenía a Suikotsu.
No el Suikotsu desquiciado, sino el médico. El afable hombre que viajaba de poblado en poblado ayudando a los más necesitados con los ungüentos y medicinas de las que disponía. Él le sonrió y la llamó con la mano, esperando que la aceptara. Pero Kagome retrocedió y negó con la cabeza. El conductor alzó una ceja, pero asintió otra vez, para cerrar la puerta y salir de allí.
Decidió volver a su casa y aclarar sus ideas. Necesitaba poner punto y final a todo aquello. Debía de ser, otra vez, la Kagome de siempre. Entonces lo sintió. Aquellos ojos que se habían mantenido fijos en ella durante meses, habían desaparecido. Sin embrago, algo en la caseta del pozo la llamaba, algo que parecía volver a la vida.
Kagome regresó ese día hacia el Sengoku sin poder despedirse de su familia ni amigos, reencontrándose con aquél que la esperaba durante tres años. Por ello, nunca supo el accidente mortal del autobús 42, matando a las 49 personas que iban en él, calcinadas.
Fin.
Segunda historia. En este caso, he elegido las premoniciones como premisa. Espero que os haya gustado. Seguidamente os dejo un par de cosas que creo ayudará a entender mejor la historia que podéis leerla o no, a vuestro aire.
*Aclaraciones:
Suikotsu hace el papel de shinigami, porque, documentándome un poco, he visto que este tipo de divinidad tiene la particularidad de introducirte la idea de morir, propocando incluso, que te quites la vida. Algo que me ha venido muy bien en el estado de depresión de Kagome.
Números 42 y 49. El 42 en fonética japonesa se parece muchísimo a la fonética de "prepararse para morir. El 49 viene de la unión de 4, que suena a muerte, y 9, que suena a dolor y agonía.
Espero que os haya gustado y que la disfrutéis.
¡Nos vemos en la siguiente!
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Cuentos del Guardián del Pozo
HorrorSerie de historias que intentarán no dejaros dormir por las noches. Estos relatos participan en la actividad de #el Festin de Horror de la Página de Facebook Inuyasha Fanfics.