Cherry's body // Quackbur

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En el caso de que seas un joven estudiante conocerás el sentimiento de la gloriosa dicha que es no tener clases y aún más si no es por cumplir los caprichos de ser flojo, más bien por tener día libre, cumplir actividades agradables a voluntad en vez de pasar por las agotadoras charlas de temas comunmente poco interesantes, en vez de cumplir deberes eternos podrías jugar con tu mascota, tal vez realizar alguna actividad provechosa y agradable o disfrutar de la melosa compañía de tu persona favorita y al día siguiente no sufrir por los pendientes y tareas extras, sentimiento de libertinaje sin consecuencias y ocio como guía, la alegría de la pereza hormigueando por tu cuerpo y la sensación de pesadez somática placentera, pues ese sentimiento es el que abraza cálidamente a la singular pareja de inglés y mexicano. Los streams del de pelo largo cesaron temporalmente hace un tiempo atrás, a pedido del británico quien preocupado rogó a su pareja por alguna pausa al ver el efecto que causaban las palabras crueles y empedradas detrás de un ícono de tres puntos sobre el de piel moteada, mientras que el hospital en el que trabaja Wilbur le había mandado un mensaje temprano por la mañana diciéndole que le daría el día libre al saber su estado por la condición de su novio, un poco de empatía poco común en lugares como esos.

Una melodiosa voz en tenor expandiéndose por toda la casa cual hermosa supernova, iniciando en la serena sala de estar llegando hasta la tranquila cocina, no necesitaba las teclas del presumido piano para reconocer el vicioso ritmo del jazz, el arte de la voz de su novio era suficiente ánimo para el proceso de esperar a que los granos de maíz reventaran.

"Hit the road, Jack.
And don't you come back no...
More, no more, no more, no more"

Sonreía, sonreía feliz por oírlo, siempre sonreía cuando se trataba de majestuoso arte, esperanzado pues las voces de los fantasmales, los espectrales y crueles murmullos no fuesen suficiente para romper este precioso regalo que recibía diariamente, esperanzado en la quimera de que esto solo era una piedra en el camino. Y movía su cabeza, movía al ritmo de la canción, la tristeza no era capaz de mancharlo, el yacía pulcro mientras tuviese esto consigo, lo mantenía en sus sentidos, endulzandolo, agudizandolo y a la vez drogandolo, oh que hermoso es estar tan enamorado como la primera vez. La voz era admirada como si fuera la de Dios, contando la historia de una vieja mujer quien después de tanto tiempo y quien sabrá porque razones estaba harta de su marido, mientras que el hombre encaprichado pretendía el papel de víctima diciendo que ella era un ser cruel por pedirle que empaque sus cosas para irsee inconscientemente terminó contando la historia junto a su novio, con la voz una octava más baja para equilibrar la del más pequeño.

"Hit the road, Jack...
And don't you come back, no...
More, no more, no more, no more"

El final de la canción había llegado y la última palomita ya había estallado, se sentía tan bien luego de ese pequeño momento, emocionado, estando totalmente consciente que en minutos habrían momentos igual de gratificantes, la mera idea hacía su corazón brincar de alegría, oh, que tarde más maravillosa tendría, sus habilidosas manos servían las palomitas en un cuenco de color saturado, sin sal pues había caramelizado los granos con el mineral de cocina. Sus pies encontraron su camino ansioso hasta la sala de estar, pantuflas de gato haciendo ruidos arrastrados con cada paso reptil, el constante "pzz, pzz, pzz" del suelo habían sido más que suficiente para alertar a Quackity pero su amable sonrisa, la de sus labios y la de sus ojos, fue suficiente para que la tranquilidad regresara a sus alertados nervios.

- "Here I am, Cherry. ¿Qué película elegiste? "

El más pequeño brincó con alegría en el sofá, un pequeño chirrido por cada salto y la manta jugaba con el siguiendo su ritmo, se veía bonito, se veía feliz, la bonhomía de su novio era ignota, desconocida para todas las personas a su excepción y la de otras pocas afortunadas personas. Le dijo que verían "Alicia en el país de las maravillas" el live-action, minutos fueron gastados por escucharlo hablar de por qué pensaba que es el mejor live-action de Disney y el como su opinión no cambiaría ni aunque Dios y la Virgen María le dijeran lo contrario pero no le importó la arena caída de un reloj de vidrio ni el incienso derramado de una fuente cerámica, incluso oírlo hablar de eso se sentía como un regalo más bien eufemismo de alegría y dicha.