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Cuando el ánimo de Quackity iba en crescendo caminaba a paso de caracol, cualquier persona jamás lo notaría hasta el momento en el que ya se había recuperado por completo, parecía ser sigiloso como un ninja, más Wilbur no era cualquier persona y el siempre fue capaz de fijarse en los diminutos detalles. Una buena señal era cuando el menor abrazaba sus peluches sin dejarlos caer de la cama o cuando se dedicaba a hacer sus rutinas de cuidado de piel, incluso hacer el esfuerzo de crear su arte era el mejor de los presagios, es por eso que el británico podía decir que estaba mejorando, demasiado rápido, incluso podría decir. Normalmente tardaba meses en regresar a un estado neutral, dónde se mantendría en cama pero con la mente mucho más despierta y ojos expresivos, muchos meses en sonreír, sentado en el escritorio con el suficiente ánimo como para recibir a su audiencia esperando que rieran con él, y muchos meses más en comer adecuadamente, tal vez ya bajar a la cocina tres veces al día y no necesitar que llevasen hasta su pequeña mesa de noche un plato y un vaso que, para colmo, solo tendrían unas galletas de arroz y agua. Wilbur quería pensar que cada una de las pequeñas cosas que hacía por él eran la razón, que su compañía era mucho más reconfortante que las palabras del psicólogo privado de su novio y que cualquier pastilla que le dieran en su receta.

Siendo sinceros con nosotros mismos, y con Soot, el de ojos bicolor prácticamente no salía de su cama, higienisarse e ir a sus citas en una sala donde solo existía el blanco era lo único que tenía la posibilidad de hacerlo salir de entre sus cómodas sábanas, pero sabía que estaba mejorando por la sonrisa con la que volvía del espacio en blanco que empezaba a ver como su tercer lugar seguro, nunca podría ser rival alguno a los brazos de su pareja y su propia habitación, parecía que por fin había hecho un amigo que parecía valer la pena, no más mentirosos ni traidores, aún así Wilbur no pudo evitar sentirse algo molesto, sí, lo hacía mejorar, aun así no quería que fuese dependiente de lo que sea que tratara a su cerebro, aceptaba que es eficaz, por ahora es eficaz.

Aquel día su pequeño amante tenía cita con el psicólogo, junto a el primer profesional de la mente con el que el menor había podido conectar adecuadamente; el primero que había tenido era demasiado mayor para poder entender su acelerado y joven cerebro, el que lo siguió lo hacía sentir nervioso e incómodo tan solo por su pesada y rígida presencia, con el tercero las cosas no cambiaron demasiado, pues su método era muy ortodoxo para alguien como él, la comunicación no es su fuerte ni su más grande don, las palabras que salían de su boca siempre sonaban como ironía. Con todos estos contados, podríamos decir que fue un desperdicio de tiempo y dinero, más la tercera no fue la vencida, si no la cuarta, el "nuevo" psicólogo fue todo lo que el mexicano necesitaba de un profesional para su mente hecha huevos revueltos, era joven, suelto y creativo, los test de dibujo y colores eran más efectivos que cualquier charla, y las ligeras bromas lograban que su ansiedad baje, Wilbur se sentiría hasta celoso si no supiera que él es el amor de la vida de su novio y, menciono innecesariamente, viceversa.

En la cama, sobre sus sábanas de seda, se encontraba sentado el pelinegro, su piel se sentía fresca y liviana pues se había duchado hace poco más de quincena de minutos, mientras que su pelo de obsidiana desprendía un suave perfume floral, en su rostro no se puede ver una sonrisa pero podías notar alegría en el brillo de sus ojos, también sus piernas jugaban al balancín, una arriba, otra abajo, abajo y arriba, jugaba mientras quedaba en espera de la llegada de su castaña pareja, inmediatamente brincó con alegría en la cama al verlo entrar, más luego de eso no hizo más, solo observó al más alto recargado en el marco de la alargada puerta, con su camiseta negra y jeans celestes rozando la cálida madera, sonreía, admirándo a su amante mientras él mismo hacía lo propio. Imposible era negar la impaciencia del mexicano, no pudo seguir esperando a que hiciera lo que deseaba más tampoco lo pediría, solo extendió los brazos en un "levántame y llévame" silencioso, sin palabras, el mayor bufó con diversión ante la adorable vista de su novio con un puchero en su delicado rostro esperando por él.

Cherry's body // QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora