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A veces, el británico envidiaba a Morfeo, el pequeño pelinegro se la pasaba visitando su mundo como si fuese su labor, aún peor, por gusto, cada noche o incluso de día subía a aquel tren de boleto gratis a un país que el mancebo mayor jamás llegaría a conocer, adorando vivir en aquella nación, la deidad lo tenía para sí la mayor parte de las 24 horas, el mayor no podía evitar ambicionar por esa misma atención que él solía recibir tan sólo semanas atrás, cuando Quackity despertaba emocionado, ya pensando en planes que ambos realizarían con alegría durante el día. Wilbur río, razonando en lo estúpido que debía sentirse por imaginar a tal ser como el amante de su amor, Morfeo debía envidiarlo a él, el amor del chico pato siempre estaría con él.

Quackity había despertado, sus ojos se abrían pesadamente y sus parpados ayudaban a sus pestañas a apuntar hacia el liso techo. Wilbur se encontraba a su lado, observandolo expectante, respiraba como si él fuera un desobediente y eso fuese prohibido, pero aún temeroso del castigo, despertar a Quackity; llevaba unos minutos despierto o quien sabe, tal vez más, aun así, el mexicano podría decir que no se había movido de su lugar en todo lo que llevaban sus marrones orbes abiertos. Los ojos bicolores se tomaron un tiempo en analizar a su pareja, recorriendo la alta figura tanto como el campo de visión que poseía le daba el permiso, llevaba el mismo simple vestuario del día anterior, excepto por sus pantalones, que habían sido reemplazados por unos más simples de algodón y de algún color claro, recordó que se los había cambiado antes de qué el quedará dormido, no abandonó la cama desde el momento en el que perdió consciencia, las grandes manos abrazaban una delgada cintura gentilmente y las largas ramificaciones que eran sus piernas estaban enredadas con las ausentes de vestiduras piernas del menor.

Un rayo de luz chocó con la mejilla moteada de aquél decaído azabache, entonces entendió que aquel trozo de mediodía había tenido el descaro de acabar con el sueño de su adorada pareja, pensó que era reprochable, a lo mucho criminal, pero no podía castigar al sol por iluminar a su luna, después de todo, podía admirar su belleza porque la ayudaba a brillar.

El británico se permitió a si mismo perderse en los ojos ausentes de brillo del menor, en su corazón martillaba el hecho de que aún los seguía amando tras la pérdida del resplandor que lo enamoró en primer lugar. Sus labios besaron la piel de la frente de su novio, con una sonrisa suave al finalizar, los momentos como estos, aquellos que creaban esferas de recuerdos adornados de amor en su cerebro, aunque sean un periquete, eran los que trabajaban como un recordatorio constante e inagotable del porque seguía en pie en medio de la batalla entre Quackity y su propio cerebro, porque no se rendía.

- "Honey, i'm going to make us lunch." (Cariño, nos voy a hacer el almuerzo.) - Le dijo con un murmullo bajo y suave junto a su oído, casi como un secreto, confidencial; sus manos, tan ásperas y rígidas como eran, se dedicaron a acariciar con la suavidad y ligereza de una pluma la mejilla pálida de su amor. - "Sleep some more, you deserve it." (Duerme algo más, lo mereces.)

Wilbur se sintió en una inquietante tranquilidad luego de que haya obtenido como respuesta un silencio de negra en el aire, el joven pelinegro solo se mantuvo enredado entre sus sábanas sin pronunciar siquiera algún murmullo, "estará cansado. " pensó el mayor, aún con la sonrisa amorosa decorando su rostro junto al marco de la puerta.

Se sentía tan solitario para él cocinar últimamente, casi deprimente, en paralelo de estar cortando verduras su raciocinio se dirigía hacia hace cuatro días, cuando tuvieron su cita aquella noche de sábado, en inicio de primavera, ese día Quackity lo acompañó a la cocina, no habló, eso seguía igual, pero entre ellos las palabras solamente eran un capricho, mientras qué la presencia era la única promesa y cumplimiento que requerían, lanzando los vegetales a la olla, con ellos se fue un suspiro.

La Camelia se está marchitando, no es cierto, no lo estaba, solo está decaída, Wilbur se estaba asegurando de cuidar de la flor con la misma delicadeza con la que cuidaba a su amor, asegurándose de que esté en un ambiente adecuado y con todo lo necesario para que sea la más hermosa del jardín, pero Quackity la estaba dejando de lado, tampoco es cierto, no es que no la quisiera, es solo que a veces se olvidaba que requería cuidado para seguir ahí, pero cuando su cerebro volvía a funcionar y la bombilla volvía a brillar en su cabeza, se aseguraba de cuidarla con el mismo cariño que con el que Soot lo hacía. Era algo de dos. Era inmarcesible.

Cherry's body // QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora