• Oboro Shirakumo: ❛Ultima Noche❜ 🍋 (Censurado)

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Fue esa noche donde entregue todo de mi a la persona que amaría eternamente y él le correspondió, entregando todo sin necesidad de perder nada. Ella era la representación del amor, él la de la pasión, y ambos se necesitaban mutuamente.

- No sé si esto te parezca apresurado... - Dijo el peliblanco entre susurros, tocando con suavidad la cintura de su amada, atraiéndola hacia su cuerpo – Pero ya no puedo fingir que no he pensado en tenerte desnuda bajo mi cuerpo durante todas las noches desde que me dejaste atacar tus labios por primera.

Para este punto, el cuello de la joven ya se encontraba lleno de pequeñas marcas rojas, que para el día siguiente se harían notar aún más, pero le restaba importancia al ser Oboro quien había decidido ocupar su cuerpo como un lienzo en blanco que solo sus besos tendrían el honor de ser la pintura que llenara este a su antojo.

Habían llegado a ese momento sin retorno, donde ambos deseaban ver más de lo que la que la ropa les permitía. Apreciar el cuerpo del contrario, y poner su marca en este. Deseaban pertenecerse el uno al otro, ya que estaban conscientes que ninguna persona en el mundo lograría calentar su corazón con el más mínimo roce de sus labios. Llevaban tiempo anhelando el momento de hacer el amor, y por mucho que la vergüenza les ganara, ambos se merecían el uno al otro, y ellos no eran quienes para negarse ante la lujuria que recorría sus cuerpos.

Era la primera vez que se permitían estar de esa manera, aumentando su deseo carnal por cada roce de sus dedos sobre la poca piel desnuda que se dejaba ver a la vista común de todos.

El cabello del más alto ya se encontraba recogido en una de sus coletas, pero algunos mechones rebeldes se dejaban caer por su frente, dejándole una vista a la joven de los ojos luminosos del chico frente a ella, los cuales le miraban con la misma cantidad de amor que la contraria le ofrecía, e incluso más. La belleza del héroe era admirable, y la chica apreciaba cada momento en el que podía estar con él. Mientras el azul de sus ojos ocupaba su atención, las manos de Oboro de deslizaban por el cuerpo de la chica, tocándola con delicadeza, como si fuera una pequeña muñeca que se rompería ante su brutalidad.

Los dedos de Shirakumo se deslizaron por el borde de la camiseta que la joven portaba, elevando lentamente esta, para terminar por sacarla por encima de su cabeza. Dándose el tiempo de admirar la suave piel de su amante. No se podía dar el lujo de perderse ni el más nimio detalle de la absoluta perfección de la joven.

Ambos eran jóvenes inexpertos, dejándose guiar por sus deseos, pero el mayor estaba consciente que si deseaba llegar al final con sus acciones, debía preparar a su chica. Si bien deseaba que esta le perteneciera de una vez por todas, se sentiría la peor persona del mundo si llegara a lastimar a su amada por el simple hecho de usarla para llevar a fin sus deseos con ella, ya que primero caminaría sobre carbón caliente antes de hacer que su chica se sintiera como lo que no era, ya que para él la belleza de su novia era digna de una princesa, para tratarla como si fuera menos.

Las manos de Oboro bajaron por la espalda de la chica, y la ayudaron a bajar lentamente a la cama, dejando que esta descansara sobre su espalda.

- ¿Puedo? – Dijo el peliblanco, mientras tomada con dos de sus dedos uno de los botones que impedían que el pantalón de la chica fuera eliminado con comodidad del camino de ambos, pero prefería pedir permiso antes de espantarla con algún movimiento bruto, de esos que estaba muy acostumbrado a hacer.


- CENSURA -
Sin censura: Inkitt: _Danielle_Hanta_


- [Nombre]... Te amo.




- También te amo, Oboro Shirakumo... - Después de un par de años sin atreverse a mirar a su pasado y aceptarlo, la chica logro volver al lugar donde el alma de su amante descansaría durante el resto de la eternidad – Feliz aniversario, amor mío. – La chica se levantó del piso, e ignorado lo sucio de sus rodillas dio una reverencia, para finalmente alejarse del lugar donde el joven de eternos 16 años descansaba.

Fue esa noche donde ella aceptaría la realidad.

Su amante había fallecido años atrás, y no había manera de revertir esto, ni mucho menos olvidarlo como si la presencia del chico en su vida no lo hubiera significado todo para ella.

Fue esa noche donde ella se daba por vencida.

Años habían pasado, y ella seguía negándose a la verdad. Nunca volvería a acariciar el rostro de su amante, ni mucho menos volver a sentir los pocos delicados labios del chico sobre los suyos, respondiendo encantados al vaivén de los contrarios.

Fue esa noche donde ella volvería a los brazos del amor de su vida.

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