9. FRÍO

533 61 11
                                    

Slug golpeó las paredes metálicas con desesperación. Estaba atrapado y solo. Había sido demasiado ingenuo y descuidado como para dejarse atrapar por un villano. Lamentablemente no tenía escapatoria porque no tenía ningún artefacto de comunicación y las paredes eran tan gruesas que detenían sus increíbles golpes.

Slug se despeinó el cabello con desesperación, ¿qué podía hacer? White Hat no sabía dónde estaba porque había decidido ir al combate solo.

Comenzó a abrazarse, ¿hacía más frío? ¿En dónde lo habían dejado?

Slug puso las palmas de sus manos sobre las paredes metálicas y confirmó su teoría: no solo era una prisión, estaba en alguna clase de cámara enfriadora y no tenía idea hasta qué temperatura llegaría. Más valía salir de ahí pronto.

Cerró los puños y empezó a golpear nuevamente, pero fue inútil. Slug maldijo y notó el vaho que salió de su boca. Cerró su bata por completo y agradeció traer su suéter de cuello alto. No iba a cesar, era el mejor héroe, sin importar lo que dijeran. Saldría de ahí, le rompería la cara a ese estúpido villano y le darían otra mensión honorífica... White Hat estaría orgulloso. 

Slug pensó en White Hat. ¿Sabría que estaba en apuros? ¿Iría a su rescate? Tal vez no siquiera había notado su ausencia.

Sus hombros se hundieron y empezó a temblar, ya no sabía si era por la ansiedad o el frío, la temperatura debía estar cayendo a niveles bajo cero a una gran velocidad porque sus dientes castañeaban.

Intentó golpear la pared una vez más, pero sus músculos estaban tan contraídos que sus fuerzas eran casi nulas.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero tenía frío, tanto que lo sentía llegar a sus huesos. Su piel era azul y sus labios morados, había perdido la sensibilidad de sus manos y estaba tirando abrazándose a sí mismo para no dejar escapar más calor. Era el fin y se sentía tan enojado por eso.

Slug se contrajo más y con pesadez dijo el nombre de White Hat. No tenía fuerzas para gritarle, pero sí tenía esperanza. Al final de cuentas era un gran héroe, su héroe.

Cerró los ojos y al abrirlos, mucho tiempo después, se dio cuenta que estaba recuperando el calor de su cuerpo y que, de hecho, era White quien lo abrazaba. Aún estaba temblando, pero se hallaba en casa sano y salvo. White lo apretó más a su pecho y no lo soltó hasta darle todo su calor.

Cuando al fin dejó de temblar White le dio un beso en los labios y Slug lo atrajo más para que el beso fuera largo.

—No dejes que nunca más vuelva a tener frío — susurró Slug acomodándose otra vez entre el cuerpo de White Hat.

—Lo prometo —respondió con dulzura.


OCTUBRE DE PAPERHAT 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora