Parte 5

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Pasean, durante las siguientes dos horas, por las distintas secciones que el museo ofrecía. Desde los feroces dinosaurios de la era mesozóica, hasta la actualidad y su abundante cantidad de especies animales conocidas y por conocer.

El reloj de arena que contaba el tiempo restante, comenzaba a vaciarse a velocidades alarmantes y casi desesperantes para Horacio y Volkov.

—Bueno... al ser la última sala, pueden recorrer libremente y si tienen alguna pregunta, pueden decirme —comenta Matías con la brillante sonrisa que no se le ha borrado en todo el recorrido.

Volkov reúne a sus alumnos y, luego de una pequeña condición, les deja explorar el lugar con libertad; observándoles hablar sobre las mariposas o tal vez los insectos (asquerosos para algunos) que se encontraban en exhibición, acompañados de una breve explicación sobre aquellas especies.

Ambos adultos, uno al lado del otro y estáticos como figuritas de colección, controlan las acciones de los pequeños desde la distancia; satisfechos con la educación y buen comportamiento que estaban teniendo en ese momento.

Horacio intenta soportarlo, pero odia el silencio y, sobretodo, mantenerse callado. Busca distraerse mientras espera que el hombre a su lado se digne en iniciar una conversación (con suerte, sobre la -no tan- indirecta idea de tener una cita con él y que había tirado al aire hace unas cuantas horas atrás).

Pasea su vista, de izquierda a derecha, hasta encontrarse con el inconfudible rubio y castaño que comparten Gaia y Katia. Una dupla de caos y jugarretas que, de alguna u otra forma, siempre se salen con la suya.

Les contempla y está orgulloso, porque ve cómo su sobrina parlotea sin parar sobre la exhicibición de mariposas que se encuentra frente a sus ojitos; inundada sobre el conocimiento que su abuela le ha trasmitido con el pasar de los años.

—¿Te gustan las mariposas? —le pregunta Volkov, captando su atención sin dificultad alguna con aquel acento ruso que le deleita los oídos. No es la conversación que Horacio esperaba, pero es un tema del que tiene un amplio conocimiento, así que tampoco se limita a reservarse.

—Bastante, la verdad —admite finalmente con una sonrisa—. Tengo un tatuaje de una mariposa Morpho en la espalda —Viktor le mira, mitad curioso, mitad confundido y Horacio ríe sutilmente—. Las Morpho son las... azules —explica—. En realidad "Morpho" es un género de mariposa y que... bueno, hay más de sesenta y cinco especies diferentes de ese género —informa y la cara de Volkov es un verdadero cuadro lleno de sorpresa que termina encantando a Horacio—. A... a mi madre le fascina la lepidopterología y bueno... se aprenden cosas, ¿sabes? —aclara; oyendo el pequeño "Ahhh...." que el maestro suelta y que puede traducirse en un simple "ya entendí".

—Me parece increíble, realmente. No suena como... una ciencia que sea fácil —comenta, casi con admiración—. Los insectos no son algo que le gusten a todos y además tienen bastantes... subespecies diferentes.

—Ya, en eso tienes razón, pero con aprenderte las especies bonitas, pues ya está —termina diciendo, levantando los hombros y robándole una sutil risa al docente.

—¿Y cuáles son las "especies bonitas"? —inquiere, tanto curioso como rehacio a estancar la conversación iniciada.

Horacio busca, rápidamente, otra exposición de mariposas; encontrando una a lo lejos. —Ven —dice casi imperativo; tomando la mano del contrario para arrastrarlo hacia la ubicación recientemente descubierta.

Volkov ya ha perdido la cuenta de la cantidad de veces que aquel tatuador ha logrado pintar su rostro de colores rojizos; un hábil artista de palabras bonitas y acciones que enervan.

𝑩𝒆𝒄𝒂𝒖𝒔𝒆 𝒐𝒇 𝒂 𝒇𝒊𝒈𝒉𝒕 [Volkacio AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora