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¿Qué esconden tus ojos?

Tus ojos.

Cuando te miro todo me confunde.

¿Intentas cubrir todo tu pesar para verte amable ahora mismo?

¿Intentas engañar a tu mente e ignorar tu dolor?

No puedes engañarme a mi.

— ¿Te sientes bien?

Pregunto Kiyomi preocupada por él.

Lo estoy.

— Entonces, ¿Por qué lloras?

¿Qué?

Y comenzó a llover. Saiki se paro rápidamente y la miro, estaba muy confundido.

— ¡Haru! ¡Yuuta!

Ella grito a los dos niños que estaban empapados y muy extrañados de por que el sol se había escondido en segundos para dar lugar a un torrente de lluvia. Corrieron hacia Kiyomi.

— Vamos chicos, encontremos un lugar para escondernos de la lluvia.

Saiki seguía en un transe. Ella lo tomo del brazo.

— Vamos Saiki, te puedes enfermar... ¿Qué tienes Saiki? Me estas preocupando. ¿De algún modo yo te lastime o te incomode tanto como para que lloraras?

Kiyomi.

Hablo el psíquico, seguían caminando bajo la lluvia, no había ni una tienda cerca y ella no conocía el camino, ningún lugar donde refugiarse. Él siguió.

Vamos a mi casa.

Ahora Saiki se soltó del agarre de Kiyomi, había salido de su trance y era él quien la tomo de el brazo, y los dirigió a los tres a su casa.

¿Qué me esta pasando? Kiyomi ¿Qué eres tu?

Llegaron a la casa de Saiki, él les permitió pasar a los tres. Todos estaban mojados.

Pueden secarse en el baño de abajo, traeré ropa de mi mamá que podría entrarles, Yuuta y yo iremos al baño de arriba.

— Claro, gracias.

Kiyomi quiso decirle que no era necesario porque él se veía enfadado con ella, pero al ver como temblaba su hermanita solo acepto y fue al baño a secarla.

En el baño.

— Kiyomi...

La pequeña estaba sentada secando su cabello.

— ¿Si? Haru.

— ¿Crees que llueve por que papá se siente triste?

— ¿Por qué crees eso?

— No lo creo, lo se. Siempre que papá lloraba, llovía.

— Es solo un coincidencia, papá no esta triste Haru, él esta tranquilo, descansando.

Ella se arrodillo en frente a su hermanita, puso la toalla en su cabeza y comenzó a agitarla.

— ¡Hermana me despeinas!

— No te estas secando correctamente, vamos si no te apresuras te enfermaras.

— Bruja.

— Mira quien habla, tienes todo los pelos revoloteados.

— ¡Es tu culpa!

— Bueno, apurémonos o Saiki se enojara con nosotras.

Saiki oía tras la puerta.

La desastrosa vida de Saiki Kusuo: FlorecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora