Inmortales (SuperCorp)

Capítulo 1: Un trabajo más

La música sonaba por un altavoz que resonaba en el apartamento. Estaba vacío, con sólo una cama, un sofá y una mesa de comedor desempacados entre el mar de cajas. Eran las cinco de la mañana, la luna brillaba con fuerza a través de la ventana que atravesaba el apartamento de Kara. Acababa de salir de la ducha, bailando al ritmo de la música mientras se vestía con su ropa de trabajo; un traje formal con un chaleco de kevlar debajo, y una funda de pistola bajo el brazo izquierdo. Tenía un aspecto elegante con su chaqueta y sus pantalones bien ajustados, ajustando los puños para que quedaran perfectos unos con otros. Esa era su marca: la perfección. Ninguna cosa debía estar fuera de lugar.

Kara había sido contratada por quizá las personas más cuestionables de toda su carrera. Había estado en Londres, trabajando para un rico inventor que necesitaba protección contra unos anarquistas que intentaban impedirle crear una máquina que ayudaría al ejército británico a detenerlos, cuando de repente recibió una oferta de su agente.

Le ofrecían un trabajo a largo plazo para un conocido grupo mafioso con sede en National City; conocido como los Inmortales. No sabía mucho sobre el trabajo, aparte de que debía proteger a la hija del líder, heredera del nombre de la familia. Los Inmortales eran uno de los grupos mafiosos más consolidados de National City, y posiblemente uno de los más famosos de la historia de Estados Unidos.

Kara pensó que rivalizaban con la mafia de los viejos tiempos de Nueva York en cuanto a popularidad y tamaño. Lo dirigían todo en casi toda National City. También eran conocidos por tener muchos enemigos, ya fueran bandas rivales o la policía de Nueva York. Los policías y los miembros de las bandas nunca se llevaban bien, a menos que el policía fuera corrupto o el miembro de la banda fuera un soplón.

Al principio, Kara no iba a aceptar la oferta. No le gustaban los acuerdos a largo plazo. Significaba que sus clientes podían "olvidarse" de sus pagos completos y de las bonificaciones. Sin embargo, después de pensarlo un poco, Kara pensó que tal vez ahora sería un buen momento para establecerse un poco. Llevaba dos años seguidos viajando por todo el mundo para servir y proteger a sus clientes. Volver a casa, a Estados Unidos, podría ser la mejor manera de hacerlo.

Así que aceptó la oferta, y ahora se estaba preparando para conocer oficialmente a su cliente. No sólo a Lillian Luthor, sino a la mujer que debía proteger. A Kara aún no le habían dicho exactamente a quién iba a proteger. Todo lo que sabía era que se trataba de la hija de Lillian Luthor; incluso con lo conocidos que eran los Inmortales, Kara no lo sabía todo sobre ellos.

Eran alrededor de las 6 de la mañana cuando Kara empezó a salir de su nuevo apartamento. Se había recogido el pelo en un moño apretado y se había atado un reloj a la muñeca mientras salía de su desordenada casa. En cuanto salió al pasillo, una fachada estoica la invadió. Dejó de murmurar y tarareó la música que había apagado, bajando hasta el ascensor que la llevaría al aparcamiento subterráneo.

Kara se dirigió a su coche, un elegante deportivo negro tintado que le había regalado su nuevo cliente como agradecimiento. Debía reunirse con Lillian Luthor en su edificio de oficinas, más al interior de la ciudad. Había oído hablar de la fachada de los Inmortales; L-Corp... Oficialmente era una empresa que trabajaba en el ámbito médico y científico. Extraoficialmente, sin embargo, era donde la mayoría de los Inmortales se presentaban cuando eran convocados.

El tráfico de la ciudad a primera hora de la mañana casi hizo que Kara llegara tarde, pero por suerte había previsto que hubiera algún tipo de retraso. Cuando Kara llegó al imponente edificio de L-Corp y entró en el bonito vestíbulo, llegó justo a tiempo. La mujer de la recepción sonrió amablemente y preguntó el nombre de Kara. "La Sra. Danvers está aquí para ver a la Sra. Luthor", dijo Kara en un tono comercial.